Bien, entonces nada, en lugar de construir una sociedad donde todos tengamos acceso a las oportunidades, no lo hagamos y que cada perro se lama su pijo, que si al final te comes la mierda será culpa tuya.
No sé, pero algo me dice que tu padre no era médico como tú. Ni tu abuelo. Ni el padre de tu abuelo, ni el padre de este. Que durante muchas generaciones, que durante muchos siglos, en tu familia uno hacía poco más o menos lo mismo que su padre. Pero fíjate tú, un día el padre del pequeño stravroguin, en vez de mandarle a la mar, a buscar percebes o a cultivar berzas en el bancal, tuvo la oportunidad de poder, pese a que a lo mejor no era rico ni cosa que se le parezca, mandarle a estudiar. Y, no sin esfuerzo, el padre de stavroguin le mantuvo mientras terminaba sus estudios, y el pequeño stavroguin, ya no tan pequeño, aprovechó esto y se convirtió, no sin esfuerzo tampoco, en todo un señor médico. Su abuela, quizá, hablaba solamente gallego y no sabía ni escribirlo, igual que su madre, igual que la madre de su madre, quienes se habían dedicado a sacar adelante a sus familias durante generaciones; su abuelo, quizá, supiera firmas con una equis, y ya era más que lo que sabía su padre, y más que lo que sabía el padre de su padre. Y hete tú aquí que de la familia, qué digo de la familia, de la saga de los stavroguin que durante siglos fueron campesinos o pescadores, o las dos cosas, un día salió todo un señor médico. Porque un día esta sociedad generó un estado de cosas tal que lo que no había pasado jamás empezó a pasar: el hijo del campesino, del pescador, del autobusero o del obrero de la fábrica pudo tener una educación superior y ascender en lo social y en lo laboral en vez de replicar la vida de sus padres. Y ocurrió que esa misma sociedad, llamémosla España segunda mitad del siglo XX, hizo esto extensivo a casi todo el mundo, dio esta oportunidad a casi todo el mundo, y muchos la aprovecharon. Y hoy, una generación después, esa misma gente que son los primeros de su árbol genealógico en tener unos estudios, en haber prosperado, en haber ascendido, o los hijos del abogado o del médico pero también los nietos del peón o del labrador, arrugan el hocico ante la posibilidad de que otros tengan ese acceso. Que a ver por qué coño voy a tener que pagar impuestos para que el puto hijo de un pescador o de un campesino pueda tener estudios. Que se los pague él, no te jode. Tst, que se convierta en Steve Jobs, no te jode. Que se vaya a no sé dónde a buscarse la vida y que vuelva con dineros como hizo tal o cual excepción.