El único argumento bueno de verdad para querer que Cataluña se vaya es acabar con el proteccionismo. Los efectos de abrir las fronteras a los productos asiáticos en la economía catalana ahora mismo serían similares a los de una explosión termonuclear en la Sagrada Familia, y nadie quiere eso. Pero claro, nadie lo quiere porque formamos parte del mismo mercado, porque los catalanes participan en políticas de redistribución* de renta en las que los chinos y los taiwaneses no participarían. Pero, ¿por qué iba a ser bueno para el resto de España que sus productos estén fabricados en Cataluña si no?
Observemos el escenario: España y Cataluña se separan. España pasa a ser un país de renta baja, si aun hay UE, vuelve a cobrar de ella, y con toda probabilidad hay un proceso deflactivo (bajan los precios), que causa un aumento del tipo de cambio real. Nueva España estaría mal pero en las condiciones de ir a mejor. Que lo hiciese o no, dependería de muchos factores. Ahora bien, le interesaría relajar las políticas comerciales y que los productos que importase fuesen los más baratos. Queda muy poca autoridad comercial en las naciones, pero suponiendo que la tuviesen, quizás porque se saliesen del euro** (implying que seguiría habiendo euro después de que la quinta economía europea se partiese en dos), lo primero que debería hacer Nueva España sería tumbar aranceles industriales. ¿Qué industria quieres proteger si se te ha independizado?
¿Y con Cataluña? Aquí viene el kick, Cataluña es increiblemente rica con respecto al resto de España pero no es verdaderamente competitiva internacionalmente. Su saldo comercial con el mundo es negativo y eso que el 80 y tantos % de sus exportaciones exteriores van a los socios euro, un comercio protegido de molestos chinos y brasileños. Si contamos el saldo con los países extraeuropeos, la risión con bicicleta. Su principal cliente es España, así que si esta abriese sus fronteras a productos contra los que no puede competir, bueno, que los datos hablen por mí:
Mucha pasta que se va a tomar por culo. Ojo, mucha, mucha pasta. Y no hablo de impuestos que, total, se gasten en el PER andaluz o en una embajada catalana en Qatar, al catalán de a pie le da igual. Hablo de facturación empresarial, hablo de empresas con el dedo sobre el botón de "despido".
España pasaría de ser un árbol a ser una semilla, pero una semilla en buen terreno. Habría que ver si madrileños, andaluces y el resto de lumbreras nacionales sabrían aprovechar los nutrientes para desarrollar una verdadera industria o preferirían endeudarse a muerte con unas Olimpiadas o alguna subnormalidad de ese palo. Cataluña pasaría de ser una rama a ser un árbol moribundo, ya que es más que previsible una destrucción de tejido industrial a corto y medio plazo. Tras el proceso de ajuste, que no sería agradable de ver (como mínimo un 10% del PIB catalán, que es el saldo comercial con el resto de España, sin contar problemas de financiación exterior, inestabilidad institucional, problemas monetarios, etc), Cataluña también pasaría a ser una semilla en un buen terreno. La historia tiene un final feliz, pero hasta llegar a él perderíamos todos y mucho.
* Aprovecho aquí para recordar mi neutralidad en estos temas de balanzas fiscales. Soy aragonés y nuestro saldo también es negativo.
** En lugar de la pasta europea, Nueva España tendría ésto: inmediata deflación + devaluación del
dinar español = doble aumento del tipo de cambio real -> competitividad ↑↑. Este es el "buen terreno".