Atacar el cristianismo en el mundo actual, en el que la fe cristiana anda de capa caída y desde instancias globalistas nos instan a la adopción de nuevas religiones universales y sincréticas, en las que se tratan de exacerbar aspectos abstractos e impersonales, solo hay que ver al subnormal del Jodorowsky, o para los jipiescos Osho, entre otros muchos payasos de este pelaje. Todos ellos funcionales a la religión mundial globalista.
Al margen de disquisiciones teológicas, que puedan tener mayor o menor sentido, y que desde las posturas tomistas y la escolástica se han tratado de racionalizar o dar un mínimo sentido lógico, es una religión fundada en la fe, cuyos elementos constitutivos deben mucho más a la filosofía griega helenística y a un batiburillo integrado por antiguos mitos y religiones mistéricas que circulaban por el mediterráneo de la Antigüedad que al propio judaísmo. De hecho, lo de "judeocristianismo" no tiene sentido, es una mixtificación.
Respecto a lo que dice el conforero, Alcaudón, en relación a cuestiones formales en relación a la doctrina y la teología cristiana, según el propio relato, Jesús no pretendía promover con su advenimiento un cambio radical e inmediato que trajera el Paraíso a la tierra, una restauración de la pureza prístina, sino que venía a significar la reconciliación de la humanidad con Dios a través del hijo, de Jesucristo, que viene a restaurar esos lazos con su sacrificio. Y siempre hay que leer estas cosas en clave escatológica, nunca literalmente, porque encierran un significado simbólico profundo. Y aunque es cierto que el título de "ungido" se aplicó con anterioridad a otros reyes y profetas, y que el discurso mesiánico no era extraño ni al lugar ni a la época, se postula como el Salvador Universal, como el Hijo de Dios, si lees a Jean Hani, autor francés muy interesante, analiza en profundidad las correspondencias simbólicas asociadas a estos conceptos, mucho mayor que los reyes y profetas anteriores.
Respecto a Jesús, y según el relato que se plantea en el Nuevo Testamento, Jesús acepta libre y voluntariamente padecer el dolor y el sufrimiento, el martirio y la muerte final en la cruz bajo el argumento del "amor por la humanidad", bajo el argumento de la redención que no implica que a partir de su sacrificio se hiciera tabla rasa, sino que a partir de ese momento fundacional del mensaje crístico se abre una vía de salvación individual y colectiva. Pero el hombre tiene raciocinio y por tanto libre albedrío, capacidad de elegir entre el bien y el mal, y se supone que Cristo ofrece una vía, un patrón moral, para elegir el camino hacia la salvación. Y el Génesis tampoco se puede interpretar literalmente, como ninguna parte del antiguo y nuevo testamento, sino en clave escatológica, y al fin y al cabo describe la primera caída de la humanidad, y desde la Iglesia siempre se ha hablado de una Segunda Venida de Cristo y una actualización del pretendido mensaje redentor.
Y es que la racionalización del discurso religioso puede tener sentido hasta cierto punto, una cosa es ciencia y otra religión, como decía René Guénon, el enfoque varía porque se trata de dos dominios independientes y no se pueden aplicar las herramientas y la metodología de la ciencia para conocer un mensaje religioso, porque al fin y al cabo la religión está investida de misterios, y la forma que el creyente encuentra para penetrar en sus secretos es la fe y la promesa de una vida superior tras la muerte. Y todo esto lo digo sin ser yo una persona religiosa ni mucho menos, pero prefiero al cristianismo en su versión católica/ortodoxa a la puta religión mundialista o la expansión del Islam por Europa a fuerza de falsas banderas e invasión salvaje. El cristianismo, con sus defectos y virtudes ha construido el modelo de civilización actual, y aunque no seamos creyentes y practicantes, al menos sí lo somos culturalmente, y esto significa que el Cristianismo ha contribuido decisivamente a la construcción de la idea de Europa, al menos desde Carlomagno, sino de Constantino el Grande, y ha recogido toda la herencia clásica, de raíz grecorromana, favoreciendo la forja de nuestras señas de identidad. Atacar al cristianismo en estas horas bajas en las que nos encontramos es un error.