Este tío se merece un monumento porque deja en evidencia lo subnormales que son las mujeres.
Serán subnormales sobre todo con tíos como este, que se sale muy mucho de la media. Si observamos con atención el video en el bar, vemos que:
1.- Tiene un cuerpo atlético y trabajado lo suficiente como para resultar agradable y simétrico.
2.- Viste con buen gusto, informal y relajado; vaqueros blancos, camisa vaquera.
3.- Tiene pelazo, y una cara muy guapa con un punto de niño pícaro y, al mismo tiempo, masculino. Mentón y mandíbula muy marcados, boca grande, fosas nasales amplias y a la vista... Recuerda a Toni Cantó (con toquecito macarra) y un punto de la locura de Ben Wishaw, el protagonista de El perfume:
4.- Actitud corporal: extremadamente seguro de sí mismo. Se sienta con las piernas abiertas, fuma con desenfado.
Albert Cavallé, el 'gigoló estafador': "Ahora me gustan maduritas, me pirro por ellas"
Pero lo más importante es toda la seguridad en sí mism que destila su lenguaje corporal, voz, etc. Además:
- Es MUY expresivo: recalca todo lo que va diciendo con movimientos corporales (se balancea en el asiento, gira la cabeza...), inflexiones variadas de la voz, con movimientos de las manos, risas, gestos...
Acerca de sus gestos: constantemente están todos sus músculos faciales en movimiento, recreando expresiones pícaras, de desprecio y burla, de complicidad, de sorpresa, de enfado, pasando de un estado a otro en décimas de segundo. Utiliza mucho los ojos, que siempre mantienen un brillo casi psicópata (cuando no están ocultados por esas gafas tan favorecedoras); los mueve en todas direcciones, especialmente utiliza el movimiento lateral, y también es capaz de clavar la mirada sin azorarse. Esto, en combinación, con los movimientos de las cejas -que arquea de forma exagerada- lo convierten en un diablillo de la seducción.
Ya las habilidades para engañar y hacerse pasar por diferentes tipos de profesional (como hacía el célebre Casanova), terminan de rematar el conjunto.