Una de las cosas por las que mi señora conquistó mi corazón, era porque era una mujer fuerte, independiente y que conducía bien.
Esto último lo está perdiendo a pasos agigantados.
Se podría justificar por la falta de práctica, pero yo últimamente conduzco lo mismo que ella y sigo siendo un gran conductor.
Cuando vamos por carretera de montaña, le tengo que ir dictando las marchas y es difícil que el coche aún en autopista, pase de 110, aparte de otras muchas inseguridades.
Debe ser algo así como las gitanas que pasan de ser diosas a mamuts en tiempo récord.
La involución.