Y también existe la moda de ponerse ciega a ketamina y GHB motu proprio, sin necesidad de que una mano negra externa haga una fechoría. Con pasar una noche por el sonar es suficiente. Y desde hace décadas. Y no hay campañas ni tuits solidarios diciendo "chicas, cuando vayáis al Apolo no os pongáis ciegas de GHB hasta el punto de doblar la espalda".
Y con todo, no hablamos de la moda de consumir drogas, algo que hombres y mujeres llevan décadas haciendo por su propia voluntad, si no de la campaña que denuncia unos pinchazos para, supuestamente, someter químicamente a mujeres y así aprovecharse de ellas sin que paradójicamente se someta a nadie, ni haya químicos y tampoco abusos.
Más bien parece que desde algún Ministerio hiciera falta mantener una tensión constante con actos que, en sí mismos, no suponen nada pero necesitar ser atribuidos de una supuesta violencia de género agravada con violaciones inexistentes a día de hoy, y así justificar una lucha que por sí misma no tiene sentido.