Pesadito el niño....
Purpura Profundo pues...
Ha llegado la hora del hastío. (Bueno, en realidad, así de confundidos pudieran andar los que piensen que llegado el momento de retirarse, los señores como Agustín Cabán no tendrán nada que hacer). A Cabán la inercia es lo menos que le pasa por la cabeza. Resulta que por el contrario, el viejo ha ido guardando con escrupuloso y anal cuidado los recuerdos de todas las hazañas eróticas que ha ido consumando a través de su vida. Y sobresale entre los perspicaces recuerdos, las andanzas que viviera con Virginia, Virginia Tuten, hermosa mulata honor de Antigua, que manejaba el violín como cuerpo.
Conmueve el recuerdo de los amores que vivió con varios hombres, incluyendo a Clint Verret, a quien le uniera una emoción mucho más compleja que la del puro sexo. A Sebastían, que ha servido como editor de Agustín en su carrera de crítico de música, le debemos los goces, pues ha sido a insistencia de Sebastían que Agustín se agita a escribir sus recuerdos. Nos ofrecen las páginas de Púrpura profundo la erudita, irrepetible e idónea mirada de Mayra Montero, que como las sinfonías que inspiran al personaje principal, deja suspirando por notas y aplausos sin par.