Lo siento por Carlos, no es delincuente, solamente otro marido masoquista, sufridor espiritualista, idealista ascético, se dejó devorar por su grandilocuente personaje televisivo, acorralado por la conversión a la secta feminazi de su parienta, como tantas abducidas que van de empoderadas cuando pasan a ser mantis religiosa, las mujeres que se creen liberadas por el divorcio democrático son más esclavas inconscientemente que sus abuelas en las labores hogareñas de la sección femenina falangista durante la dictadura militar.
Alucinante el despliegue definitivo, cuando resulta que Yoyas se refugiaba en la segunda vivienda de sus progenitores, donde lo visitaban para llevar víveres e incluso alguna vez se prodigaba por la localidad al bar. Luego los expertos policiales de la investigación sueltan que han cumplido la orden aunque sabían desde el principio que no se movía de esa vivienda. Entiendo que un personaje carismático, con su verborrea gamberra, su oratoria rebelde, su look kinkillero, despertara tanta simpatía entre el pueblo llano, frente a la turba de viejas pellejudas. Señores, estaba en juego la libertad. Yo daba por hecho que estaba en una casa rústica de una aldea en la frontera de los Pirineos entre colegas fumetas que antaño lucieron su chevignon, los abalorios de oro con las manos engarzadas de sellos. Todo era más asequible pero lo complica nuestra imaginación.
Un inciso para los pajeros que hacen cortejo de sátiros en el séquito de Fayna con su aristocrático apellido mancillado por los tatuajes de trash white girl metida al feminazismo: molaba cuando eran la pareja malota del show televisivo en el experimento sociológico del confinamiento en la casa de la sierra. Entonces claro que era atractiva sexualmente mientras no la inseminaras, porque en todo viaje de regreso a la patria, los cantos de sirena provocan el naufragio de los marineros a estrellarse contra el acantilado de afiladas rocas.
Al quedarse embarazada tal como al aproximarse a la menopausia, se debilitan las hormonas sexuales, toda la concepción basada en la fertilidad de la mujer como cuerpo para procrear se desmorona, siempre degenera a peor, se desvela entonces el súcubo, la harpía diabólica. No sabes con quien te has casado hasta transcurrida la prueba del tiempo, mínimo una década de convivencia. La gente decente por lo menos muestra desde el inicio su verdadera personalidad, sin tantas máscaras superpuestas. Tendemos a los extremos, de aguantarlo todo a no aguantar nada, el matrimonio es el infierno en la tierra. La parienta obliga a traicionar a tu familia desde la primera larva, todas lo hacen con el primer bebé o bien se lleva a los niños para manipularlos en contra de la familia del padre, cuando para el desarrollo equilibrado de su personalidad necesitan ser educados en su figura.
Os referís a la fotografía con escote, cuando desde hace años su piel está arrugada como pasa, las bolsas de grasa cuelgan hasta caerse. Ninguna mujer de cuarenta ni de treinta puede competir contra las supernenas de fiestas y conciertos. Id a las ferias de los pueblos, aunque se ha pasado el tiempo para los pollaviejas.
Sobre el debate de Yoyas en Crónicas Marcianas: Coto se metió en drogas, tuvo que exiliarse, pero no te burles nunca de un gangster porque se vuelve contra ti. Me recuerda a las burlas que hacía Rossell contra Laporta en el restaurante donde coincidió con Sostres, que contó la anécdota: "¡No voy a parar hasta meterlo en la cárcel!" Cuanto más gordo el pez, más pica por la bocaza.