Aeris
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Esto lo he visto en una web, pero no la pongo para no hacer SPAM. Y si, ya se que es tarde para decirlo.
Elecciones marzo 2004:
LA VICTORIA DE BEN LADEN
El 14-M, PP ha perdido 35 escaños y 700.000 votos, retornando aproximadamente al número de sufragios obtenidos en 1996. Por el contrario, el PSOE ha cosechado un aumento de 40 escaños y ha sobrepasado al PP en casi 2 millones de votos. El lapso de la catástrofe electoral del PP ha sido extremadamente corto. El PP se ha desplomado como un castillo de naipes a las 48 horas del atentado, en el mismo momento en que se consolidaba en la opinión nacional la hipótesis de la autoría de Al Qaeda.
Zapatero se esfuerza en convencernos de que el 11-M no ha sido determinante en su victoria electoral: "los españoles tenían ganas de cambio". No puede compartirse esa opinión. Ni siquiera el rechazo a la guerra de Iraq ha jugado un papel importante en los resultados electorales. En el 14 de marzo ha triunfado el pánico. En la víspera de los comicios, el ministro Acebes hundía en la miseria al PP al informar de la detención de marroquíes e indios sobre los que recaían indicios de colaboración con el atentado, o de participación en el mismo. La conexión de la masacre con el terrorismo islámico fue determinante. Si la matanza se hubiera atribuído sin reservas a ETA, las masas de españoles que han decido las elecciones no habrían percibido la posibilidad de una alternativa distinta a la firmeza y eficacia aparentemente exhibida por el PP en su política contra la organización terrorista vasca. Esos españoles no han castigado al PP por haber pisoteado nuestra soberanía nacional con una agresión a Iraq en nombre del "vínculo trasatlántico", ni por haber cubierto de indignidad a nuestras Fuerzas Armadas al convertirlas en policía de ocupación de ese país. Por el contrario, bajo la conmoción y espanto de los atentados, aguijoneados por el pavor, dichos sectores han extraído las consecuencias que podrían derivarse de una reelección del PP. Tras una carnicería que era uno de los riesgos previsibles del pacto de las Azores y que finalmente el PP ha sido incapaz de evitar, el temor ante la posibilidad de nuevas represalias fundamentalistas se ha impuesto como factor decisivo en el cambio de Gobierno.
En los últimos años, las exigencias de unidad e integridad nacional frente a la corrosión secesionista habían hecho significativos avances en la conciencia de muchos españoles. En una importante medida, esas exigencias han sido trocadas por la de seguridad de la vida amenazada. La maquinaria de amplificación del miedo puesta en marcha por el PSOE ha hecho el resto y han caído en el olvido el plan Ibarreche, la entente de Carod-Rovira con los etarras o las amenazas de Maragall de que "la guerra civil estará servida" si no se acepta el nuevo Estatuto de Cataluña cocinado con los independentistas de ERC.
El PSOE, beneficiario del cataclismo creado por los atentados fundamentalistas, tiene como primer reto el cumplimiento de su promesa electoral de retirar de Iraq a nuestros soldados. Debería explicar si también va a retirar a los que siguen en Afganistán, y justificar su legitimación de los bombardeos de este país. Después de todo, desde la lógica de la izquierda, los atentados de Al Qaeda no sólo debieran considerarse una revancha justiciera por los ataques a Iraq, sino también por los efectuados contra Afganistán.
Zapatero habla más que nunca de España. Pero, a su entender, se trata de "la España de todos" y "todos" son el PNV, CiU, ERC, el BNG, sin olvidar, dentro del propio PSOE, a Odón Elorza y Maragall. Más que nunca Zapatero seguirá desplegando su orientación confusionista de los últimos meses. Recordemos que, según él, Carod fue simplemente un "atolondrado" que cometió un "grave error". Una explicación falaz, por cierto no muy diferente de las que propagaba el PP acerca de Maragall -un "iluminado que se aferra al sillón al cualquier precio"- o acerca del propio Zapatero -un "pobre rehén de Maragall"-.
Vienen, por tanto, tiempos de engaño sistemático a los españoles que justifican la existencia de un nuevo partido, como el que el Partido Nacional Republicano se esfuerza en construir. Un partido que, ante todo, llame a las cosas por su nombre. Así, tanto el PNV como ERC, CiU y el BNG, lejos de ser componentes posibles de cualquier formulación de España, son fuerzas separatistas antiespañolas. El PNV ha basado su fuerza en el terror de ETA y Carod desde hace años ha operado como mecanismo justificador de los etarras en Cataluña. Maragall es el promotor de un nacionalismo catalán de ricachones que se vale de ERC para ejecutar las labores de limpieza étnocultural contra todo lo que huela a español. Necesita a ERC como el PNV necesita a Batasuna. Al mismo tiempo, necesita a diversos Tío Tom para seguir engañando a los trabajadores españoles de los cinturones industriales de Barcelona. ¿Y Zapatero? Es el agente ejecutor del proyecto de González y del Grupo Prisa de coordinar, dosificar y envolver en celofán federalista un proceso de desmembración plurinacional de España.
Vienen tiempos no sólo de engaño, sino también de amargura para el patriotismo español. Pero que no espere el PP volver a engatusar a nadie con su bodrio del "patriotismo constitucional". Estos tiempos son, fundamentalmente, la herencia de ese bodrio, que deja un formidable estadista internacional de provincias llamado José María Aznar. Frente al curso de liquidación y derribo que augura el gobierno del PSOE, el conservadurismo liberal del PP no tiene otro lugar que el museo de la historia. Ya sólo cabe una alternativa de ruptura democrática con el actual marco constitucional. Una alternativa de nacionalismo español republicano y auténticamente socialista.
Secretaría General del PNR
17 marzo 2004
Elecciones marzo 2004:
LA VICTORIA DE BEN LADEN
El 14-M, PP ha perdido 35 escaños y 700.000 votos, retornando aproximadamente al número de sufragios obtenidos en 1996. Por el contrario, el PSOE ha cosechado un aumento de 40 escaños y ha sobrepasado al PP en casi 2 millones de votos. El lapso de la catástrofe electoral del PP ha sido extremadamente corto. El PP se ha desplomado como un castillo de naipes a las 48 horas del atentado, en el mismo momento en que se consolidaba en la opinión nacional la hipótesis de la autoría de Al Qaeda.
Zapatero se esfuerza en convencernos de que el 11-M no ha sido determinante en su victoria electoral: "los españoles tenían ganas de cambio". No puede compartirse esa opinión. Ni siquiera el rechazo a la guerra de Iraq ha jugado un papel importante en los resultados electorales. En el 14 de marzo ha triunfado el pánico. En la víspera de los comicios, el ministro Acebes hundía en la miseria al PP al informar de la detención de marroquíes e indios sobre los que recaían indicios de colaboración con el atentado, o de participación en el mismo. La conexión de la masacre con el terrorismo islámico fue determinante. Si la matanza se hubiera atribuído sin reservas a ETA, las masas de españoles que han decido las elecciones no habrían percibido la posibilidad de una alternativa distinta a la firmeza y eficacia aparentemente exhibida por el PP en su política contra la organización terrorista vasca. Esos españoles no han castigado al PP por haber pisoteado nuestra soberanía nacional con una agresión a Iraq en nombre del "vínculo trasatlántico", ni por haber cubierto de indignidad a nuestras Fuerzas Armadas al convertirlas en policía de ocupación de ese país. Por el contrario, bajo la conmoción y espanto de los atentados, aguijoneados por el pavor, dichos sectores han extraído las consecuencias que podrían derivarse de una reelección del PP. Tras una carnicería que era uno de los riesgos previsibles del pacto de las Azores y que finalmente el PP ha sido incapaz de evitar, el temor ante la posibilidad de nuevas represalias fundamentalistas se ha impuesto como factor decisivo en el cambio de Gobierno.
En los últimos años, las exigencias de unidad e integridad nacional frente a la corrosión secesionista habían hecho significativos avances en la conciencia de muchos españoles. En una importante medida, esas exigencias han sido trocadas por la de seguridad de la vida amenazada. La maquinaria de amplificación del miedo puesta en marcha por el PSOE ha hecho el resto y han caído en el olvido el plan Ibarreche, la entente de Carod-Rovira con los etarras o las amenazas de Maragall de que "la guerra civil estará servida" si no se acepta el nuevo Estatuto de Cataluña cocinado con los independentistas de ERC.
El PSOE, beneficiario del cataclismo creado por los atentados fundamentalistas, tiene como primer reto el cumplimiento de su promesa electoral de retirar de Iraq a nuestros soldados. Debería explicar si también va a retirar a los que siguen en Afganistán, y justificar su legitimación de los bombardeos de este país. Después de todo, desde la lógica de la izquierda, los atentados de Al Qaeda no sólo debieran considerarse una revancha justiciera por los ataques a Iraq, sino también por los efectuados contra Afganistán.
Zapatero habla más que nunca de España. Pero, a su entender, se trata de "la España de todos" y "todos" son el PNV, CiU, ERC, el BNG, sin olvidar, dentro del propio PSOE, a Odón Elorza y Maragall. Más que nunca Zapatero seguirá desplegando su orientación confusionista de los últimos meses. Recordemos que, según él, Carod fue simplemente un "atolondrado" que cometió un "grave error". Una explicación falaz, por cierto no muy diferente de las que propagaba el PP acerca de Maragall -un "iluminado que se aferra al sillón al cualquier precio"- o acerca del propio Zapatero -un "pobre rehén de Maragall"-.
Vienen, por tanto, tiempos de engaño sistemático a los españoles que justifican la existencia de un nuevo partido, como el que el Partido Nacional Republicano se esfuerza en construir. Un partido que, ante todo, llame a las cosas por su nombre. Así, tanto el PNV como ERC, CiU y el BNG, lejos de ser componentes posibles de cualquier formulación de España, son fuerzas separatistas antiespañolas. El PNV ha basado su fuerza en el terror de ETA y Carod desde hace años ha operado como mecanismo justificador de los etarras en Cataluña. Maragall es el promotor de un nacionalismo catalán de ricachones que se vale de ERC para ejecutar las labores de limpieza étnocultural contra todo lo que huela a español. Necesita a ERC como el PNV necesita a Batasuna. Al mismo tiempo, necesita a diversos Tío Tom para seguir engañando a los trabajadores españoles de los cinturones industriales de Barcelona. ¿Y Zapatero? Es el agente ejecutor del proyecto de González y del Grupo Prisa de coordinar, dosificar y envolver en celofán federalista un proceso de desmembración plurinacional de España.
Vienen tiempos no sólo de engaño, sino también de amargura para el patriotismo español. Pero que no espere el PP volver a engatusar a nadie con su bodrio del "patriotismo constitucional". Estos tiempos son, fundamentalmente, la herencia de ese bodrio, que deja un formidable estadista internacional de provincias llamado José María Aznar. Frente al curso de liquidación y derribo que augura el gobierno del PSOE, el conservadurismo liberal del PP no tiene otro lugar que el museo de la historia. Ya sólo cabe una alternativa de ruptura democrática con el actual marco constitucional. Una alternativa de nacionalismo español republicano y auténticamente socialista.
Secretaría General del PNR
17 marzo 2004