Que me alegre de la desaparición de Podemos y que me cague en su puta manía de vender que cada uno que no les vota somos unos corruptos no te hace votante pepero, tete. He votado a un espectro de al menos 4 o 5 partidos en mi vida, más las veces que lo he hecho en blanco o no he votado, como para catalogarme como un entregado pepero. Pero que me haya alegrado del cambio en mi comunidad y ciudad, desde luego que es así. Ya venía bien, porque con 8 años ya se ha visto hasta dónde son capaces de gestionar y dónde empiezan las mierdas. A ver los que entran qué son capaces de hacer y si entran con las mismas ganas que le pusieron los otros en 2015, que no tardaron en bajar, pero bueno.
Esta mañana leí un artículo bastante certero sobre Ribó y sobre Puig, diciendo que no habían tenido grandes errores (aunque obviaba sin duda lo del Oltra affaire) pero tampoco grandes aciertos, han sido de una gestión bastante inoperante en general, sin grandes proyectos y sin grandes ambiciones pero sin demasiada corrupción, que la ha habido. Ribó es un tipo bastante más sectario que Puig, que es bastante más pragmático, pero en general sus obsesiones son bastante simplonas: que si la república, el fascismo, las reinas magas republicanas, el meterte mercadillos hasta en las narices y su obsesión de bici/ciudad de 15 minutos, olvidándose de los barrios o de necesidades más perentorias.
Sobre la nueva alcaldesa, lo que sé a nivel personal es que es muy curranta, mucho, y que fue la jefa de un muy buen amigo. La conocí este verano una noche en que este invitó a una gente en su casa de la huerta y entre gente de lo más normal y común estaba ella. Mi amigo de hecho, por trabajo y porque personalmente no le compensaba ni le apetecía todo lo que conlleva, lo llamaron para ir con ella o con Mazón; al final ha preferido mantenerse al margen, simplemente como apoderado en las elecciones y currando para su partido.
Sobre Ribó ya he contado veces que éramos casi vecinos, que pasaba muchas veces con la bici por delante de mi trabajo a menudo, y que paseaba con su pareja y sus nietos por allí. Y aunque la gente respetaba su espacio, yo lo he saludado y alguna vez hemos dirigido unas palabras, y me parece un señor muy amable; dudo que en lo personal nadie hable mal de él. (Por cierto, Ribó vive a 30 metros de donde vivía Maje con Toñín).
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