Beirut
Forero del todo a cien
- Registro
- 12 Ago 2008
- Mensajes
- 183
- Reacciones
- 215
Saludos.
No acepto que aparezca por aquí un tipejo golpeándose el pecho diciendo que por ser muy gallego puede hablar con propiedad de Cataluña, de la identidad de las naciones del mundo y, si le dejáis, del sistema solar.
Galicia es una tierra llena de limitaciones, un barril envidioso de los privilegios de Cataluña. He conocido culturetas suspirando por las subvenciones de los Catalanes para sacar sus putos fanzines.
Cuando el dinero vino por hablar gallego, aquí saltaron todos los míseros mediocres con medio cerebro a ordeñar la vaca, y qué gusto! qué estilazo tuvieron al hacer las cosas.
En uno de los libros de "Lingua Galega" que tuve en el instituto había una ilustración de un gallego sumiso con la lengua extendida sobre un leño y esta acababa de ser cortada en dos longitudinalmente con un hacha por un pérfido Español que exclamaba: -"Quien decía que los Gallegos no podían ser bilingües." Toma impacto educacional!
Y es que estudiar gallego ya en los 90 suponía estar expuesto a una secta que por encima de todo, por encima de las obras principales y autores destacables, primaba la lectura diagonal de todo aquello que venia a ser "Opressom do Estado Espanhol". Las demenciales profesoras de Gallego que tuve eran la definición de "Maruja Peligrosa emocionalmente inestable en busca de una causa por la que armarla".
Por si no lo sabeis, llegó un momento en el que en Galicia se hablaba un gallego distinto por cada esquina, y para poder hacer un gallego oficial que figurase en documentos oficiales hubo que normativizarlo, hacer un canon y normalizarlo por la TVG. Así nos han colado goles como "Chuvia" (Lluvia) o "Grazas" (Gracias) que en la puta vida se han dicho. Así se justifican sueldos, enchufes, gente que ocupa despachos de la Xunta y que no hace nada en todo el puto día.
Pero claro, eso no basta, en los círculos universitarios de mas postureo se habla un gallego exagerado, forzado y en algunos casos bañado de portugués ya en una sesión de jazz en donde el emisor del mensaje se mola y tira al aire cosas como "Eu nom acho choiva lomje coma que que temos tao perto" y ya tú te apañas.
Habláis de normalización lingüistica y de la educación en Cataluña y yo desde mi hogar solo me puedo imaginar mierda infecta llena de postureo de izquierdas, ardor contestatario adolescente, bufandas de marca, gafitas y boinas.
Hará cosa de un año me encontré en un parque en Santiago a varios miembros de las Mareas; una colección de marujas con pelos de colores buscando atención, intelectuales a los que no confiaría ni a mi tamagochi y señores mayores, desnortados, agarrados con ambas manos a algún texto de Castelao, totalmente al margen de lo que es el puto mundo hoy. Todos haciendo como que se entendían cuando solo querían posar ante una cámara y afirmar que Podemos tuvo que claudicar ante sus exigencias por no se qué hostia de mantener el nombre de la formación. No merecen ni administrar el dinero del Monopoly.
El nacionalismo es una enfermedad. Es un lujo decadente. Es como esa capa rebelde que occidente tolera pero que en países moros o Rusia es extirpada con fuego si hace falta.
El nacionalismo regional es una señal de distinción, de estatus, no eres nadie si no tienes un granito independentista en el culo de tu país y eres un bárbaro si lo explotas.
Le tuve que contar hace poco cómo está la cosa a un Americano que me preguntaba por lo de Cataluña. Empezó a entender el asunto cuando se le hacían símiles con Texas. Como si mañana Texas, privilegiada y boyante, dice que ya se lo guisan ellos. Poco mas hizo falta, casi parecía desenfundar un revolver mientras chateabamos. Y es que fácil es criticar a los USA pero de ese patriotismo que a ellos les sobra nos hacían falta un par de cucharadas aquí.
No acepto que aparezca por aquí un tipejo golpeándose el pecho diciendo que por ser muy gallego puede hablar con propiedad de Cataluña, de la identidad de las naciones del mundo y, si le dejáis, del sistema solar.
Galicia es una tierra llena de limitaciones, un barril envidioso de los privilegios de Cataluña. He conocido culturetas suspirando por las subvenciones de los Catalanes para sacar sus putos fanzines.
Cuando el dinero vino por hablar gallego, aquí saltaron todos los míseros mediocres con medio cerebro a ordeñar la vaca, y qué gusto! qué estilazo tuvieron al hacer las cosas.
En uno de los libros de "Lingua Galega" que tuve en el instituto había una ilustración de un gallego sumiso con la lengua extendida sobre un leño y esta acababa de ser cortada en dos longitudinalmente con un hacha por un pérfido Español que exclamaba: -"Quien decía que los Gallegos no podían ser bilingües." Toma impacto educacional!
Y es que estudiar gallego ya en los 90 suponía estar expuesto a una secta que por encima de todo, por encima de las obras principales y autores destacables, primaba la lectura diagonal de todo aquello que venia a ser "Opressom do Estado Espanhol". Las demenciales profesoras de Gallego que tuve eran la definición de "Maruja Peligrosa emocionalmente inestable en busca de una causa por la que armarla".
Por si no lo sabeis, llegó un momento en el que en Galicia se hablaba un gallego distinto por cada esquina, y para poder hacer un gallego oficial que figurase en documentos oficiales hubo que normativizarlo, hacer un canon y normalizarlo por la TVG. Así nos han colado goles como "Chuvia" (Lluvia) o "Grazas" (Gracias) que en la puta vida se han dicho. Así se justifican sueldos, enchufes, gente que ocupa despachos de la Xunta y que no hace nada en todo el puto día.
Pero claro, eso no basta, en los círculos universitarios de mas postureo se habla un gallego exagerado, forzado y en algunos casos bañado de portugués ya en una sesión de jazz en donde el emisor del mensaje se mola y tira al aire cosas como "Eu nom acho choiva lomje coma que que temos tao perto" y ya tú te apañas.
Habláis de normalización lingüistica y de la educación en Cataluña y yo desde mi hogar solo me puedo imaginar mierda infecta llena de postureo de izquierdas, ardor contestatario adolescente, bufandas de marca, gafitas y boinas.
Hará cosa de un año me encontré en un parque en Santiago a varios miembros de las Mareas; una colección de marujas con pelos de colores buscando atención, intelectuales a los que no confiaría ni a mi tamagochi y señores mayores, desnortados, agarrados con ambas manos a algún texto de Castelao, totalmente al margen de lo que es el puto mundo hoy. Todos haciendo como que se entendían cuando solo querían posar ante una cámara y afirmar que Podemos tuvo que claudicar ante sus exigencias por no se qué hostia de mantener el nombre de la formación. No merecen ni administrar el dinero del Monopoly.
El nacionalismo es una enfermedad. Es un lujo decadente. Es como esa capa rebelde que occidente tolera pero que en países moros o Rusia es extirpada con fuego si hace falta.
El nacionalismo regional es una señal de distinción, de estatus, no eres nadie si no tienes un granito independentista en el culo de tu país y eres un bárbaro si lo explotas.
Le tuve que contar hace poco cómo está la cosa a un Americano que me preguntaba por lo de Cataluña. Empezó a entender el asunto cuando se le hacían símiles con Texas. Como si mañana Texas, privilegiada y boyante, dice que ya se lo guisan ellos. Poco mas hizo falta, casi parecía desenfundar un revolver mientras chateabamos. Y es que fácil es criticar a los USA pero de ese patriotismo que a ellos les sobra nos hacían falta un par de cucharadas aquí.
Última edición: