experiecias de puteros

¿Sabían que hay gente que ha follado en 2015? He oído que son como esa gente que va al cajero y,no se lo van a creer,les da pasta.
 
Seguro que en ese programa a los puteros os ponen como héroes, animaos hombre.......
 
La historia de cuellopavo es muy triscte y bonica,yo me habría puesto mas palót tras conocer su historia y le habría dicho:
-Venga,va,enséñame tus skills :lol:
 
Yo le habría gritado a la puta que Crimea es Rusia.
 
En los putisclubes no hay rubias despampanantes de ojos claros. Que lo certifique Cachondo.
 
No sé, machoalvaro666 no me parece un nick propio de periodista serio, más bien de pajillero compulsivo que tiene fantasías puterescas, o vete a saber. Tened cuidado, no es buena persona.
 
Venga, otra expe de cuando escribía. Rojo intenso

Entré en aparcamiento del local, discreto como mandan los cánones, y enseguida comprobé que el peor coche era sin duda el mío. Haciendo un censo rápido del vehículo medio del putero obtendríamos un BMW de la serie 3, la mayoría con sillita para bebé. Una vez allí, una eslava tetona me atendió con una cortesía empalagosa. Ofrecían servicios de masaje y relax variados, lo cual suponía una coartada moral añadida: yo no iba de putas, iba a que me dieran un masaje. Parecía caro pero ya no había marcha atrás, a cada minuto me subía la fiebre y no veía otra opción que dejarla salir a chorro por la bragueta. Entonces recordé las palabras del viejo Hank según las cuales ningún coño vale más de 50 dólares (en 1977). Así que hice la oportuna conversión y opté por gastarme 90 euros, que incluían un masaje finalizado en el lametón fálico vulgarmente conocido como francés. Con esta pasta no se follaba, justo es precisarlo, como se verá después. Antes de acceder pregunté si durante el masaje habría lugar para el magreo por mi parte a la masajista. La chica se sonrió por encima de las tetas desproporcionadas y dijo, “sí. Es un masaje body-body”. No quise parecer más cateto de lo que soy y lo fie todo a la suerte o a la bendición del diablo que guiaba mis pasos.

Niñas al salón! Me pareció intuir un chasquido de lengua desde el interior: a alguna le iba a fastidiar la hora del culebrón. Las muñecas de carne importada del lejano Este, léase la antigua URSS y países satélites empezaron su particular desfile ante mi avergonzado rostro. A la segunda paseante ya me di cuenta de que el material exhibido no se correspondía con la supuesta categoría del local, con lo prometido por la categoría de los coches del aparcamiento, ni mucho menos con los precios. En fin, tampoco les iba a denunciar a la OCU. Me besuquean todas ellas y me susurran al oído sus nombres inventados que olvido al instante. Son jóvenes, pero chicas normales, guapas pero sin grandes estridencias. La elección no es fácil por la mediocridad del género en cuestión, pero finalmente digo un número -que no un nombre- y me la traen. Caigo en la cuenta de que no la he elegido por sus atributos: no tiene apenas tetas y es pequeñita, sino por sus ojos, por su pelo, por la armonía de su rostro, porque de todas ellas es la que le presentaría a mi madre. Es curioso, pero cuando voy de putas sigo utilizando los mismos criterios que si eligiera novia. Así me ha ido y así me va. Nos dan un frasco de esencias, una toalla y una llave y andamos un pasillo corto pero oscuro que acoquina un poco. Ella abre la puerta y deja la llave colgando, por fuera. Comprensible pero de nuevo inquietante. Empiezo a imaginar que un exfrancotirador serbio entra a hostiarme porque me paso 10 minutos de la hora estipulada. A todo ello mis genitales se han encogido tanto por los nervios que empiezo a pensar que para sacarme la polla de los calzoncillos voy a necesitar un espeleólogo.

Extiende un protector en la camilla y después nos sentamos al borde en la cama. Me besa en la mejilla y nos quedamos mirando mientras noto que la vergüenza me trepa rostro arriba, con lo cual tengo más sangre en la cara que en el pito. Resulta evidente que no tengo demasiado claro como actuar, ante lo cual decido desnudarme. Ella lleva un tenue camisón blanco que deja clarear un tanga minúsculo y unos sujetadores que contienen unos pechitos infantiles. Le pregunto la procedencia y la edad, como si me importasen. 23 y Rumania, contesta. Por el color de la piel deduzco que estoy a punto de catar carne zíngara, lo cual añade un cierto morbo étnico al asunto. Le digo –como si hiciera falta decirlo, como si no se notara por los nervios– que no soy un habitual de este tipo de establecimientos. Me dice que ella tampoco lleva mucho en el oficio, apenas unas semanas allí y seis meses en este país de sol y moscas. Decido creerla y mientras le alabo la calidad de su castellano calibro mentalmente cuantos hombres han podido follársela en 6 meses, y cuantos en 23 años. También urdo unas absurdas cavilaciones acerca de la ampliación de la Unión Europea y su incidencia en el sector de las izas, rabizas y colipoterras oséase las putas. Mientras tanto, ella me va untando con un aceite de perfume ligeramente empalagoso y empieza a masajearme las nalgas y la espalda con un arte escaso que otorga credibilidad a la afirmación de su bisoñez en el oficio. Descorchamos una conversación trivial que eleva su intensidad cuando ella me revela su historia. Porque siempre hay una historia y siempre es triste. Marido rumano que bebe, marido rumano que pega, niño rumano por medio. Sin duda no es lo mejor para excitar la libido de un acomplejado aprendiz de putero que aún no ha dejado los remordimientos en el perchero. Para corresponderla en su tristeza y que la mía, la real, la que me brota del alma, no le parezca en comparación con la suya una baratija, un auténtico insulto, me invento una historia tópica de divorcio con mujer malvada que ha huido con el niño. Se empieza a trabar un cordón de solidaridad entre las miserias de ambos, aunque las mías sean tan falsas como luego lo serán sus gemidos. A todo esto sigue con el masajeo y mis atributos van recobrando la sangre y su aspecto habitual. Modesto, pero habitual.

Sin más preámbulos –aunque pidiendo permiso- empiezo a tocarle el culo. Me sorprendo de hallarlo firme y duro como una roca. También sus piernas están muy bien torneadas y acaban en finos tobillos. Pese a no ser muy alta guarda una proporción adecuada. Vuelvo al culo redondo, prieto y victorioso. Descubro el placer de apartar cuidadosamente la gomita negra del tanga que oculta un enternecedor ojete. Mientras el masaje prosigue me veo a mi mismo deshojándola con la precisión y la reverencia con que un entomólogo aparta las alas de una mariposa antes de hincarle el alfiler. En ese momento, la comedia en que se ha convertido el masaje se hace innecesaria. La tumbo en la cama y le pido que me permita descubrir por completo la joya de su sexo. Lentamente la despojo del tanga y ante mí se despliegan los labios de un coño impecablemente rasurado. Es un coñito redondo y contrito. Si de su útero ha salido un niño no parece probable que lo hiciera por allí. Vencido de lujuria, arrodillado ante el rojo altar de la diosa, de un intenso rojo que deslumbra, me pregunto que clase de hombre no se postraría ante él. Se desvanece entonces el mínimo atisbo de remordimiento y le doy gracias al diablo por estar vivo.

Jugueteo un rato con el coño, pero pese a los teatrales gemidos de su propietaria no consigo despertarlo de su letargo y al rato me recuerda a la boca seca de un viejo. Tampoco mi polla conserva totalmente la erección del primer impacto que ha supuesto el avistamiento de la morada del pájaro. Entonces es cuando sucede algo, el fulgor excepcional que lo justifica todo. Me tiendo ante ella y sin mediar palabra ella me besa. Con fruición, con profundidad, con pasión, con lengua. Entiendo entonces porque siempre había sido refractario al sexo con putas, considerándolo lo más parecido a follar sin ser follar. Teatro, lo tuyo es puro teatro. Pero de pronto el teatro ha derrumbado la cuarta pared. Los actores vienen a hablar con el público y lo invitan a formar parte del espectáculo. Me despego de ella y de pronto me parece bellísima y se lo digo. Sus carnosos labios me sonríen y unos ojos negros y profundos como la muerte me miran con una mezcla de ternura y perplejidad. Vuelvo a besarla, ahora si con una erección rotunda y decidida de la que ella tira violentamente con ahínco. La mayor sorpresa me sobreviene cuando palpando su vulva descubro que se ha mojado. Una telaraña de flujo le empapa el coño. Esta pequeña hazaña me llena de alegría. Hemos conseguido recrear un instante de realidad aunque probablemente el mérito se deba más a su propia voluntad que al verismo del momento. Sí. Ha parecido real o tal vez lo fuese, el caso es que mi corazón ha latido aceleradamente unos instantes con más furia que mi polla. De todo el episodio concluyo que un beso siempre será la más intensa e íntima de las caricias.

Estoy a punto de penetrarla aunque no está en el guion, ni en la tarifa. Mi polla se hunde unos milímetros en el vórtice de su sexo. Sorprendentemente, ella no se niega en un principio, pero pronto parece recobrar el juicio que a mí me falta e indica que me ponga la goma. Yo vacilo unos instantes porque no interpreto adecuadamente su gesto. ¿Es que quiere que me la folle? Honestamente imbécil me pongo a sufrir por ella, pienso que igual no ha entendido bien esto de las tarifas. Que la dueña le reñirá cuando se entere, como si le hubiera instalado un taxímetro en el clítoris o algo. En ningún momento se me ocurre pensar que ella desea voluntariamente que la penetre, pese a lo cual empiezo a hacerlo, pero pronto desisto porque, de repente, ya no me apetece. Pensar demasiado en todo ello me ha destensado el ímpetu y la cosa no puede llegar demasiado más allá: ha llegado el momento de rendir armas. Ella se dispone a chupármela y me recoloca la goma volviendo a subrayar su escasa experiencia. Se la introduce dos, tres veces en la boca y tengo suficiente para saber que así no llegaremos a ninguna parte. Me arranco el preservativo y le pido que me masturbe mientras coloco su culo en pompa a pocos centímetros de mi cara. Plenilunio de carne, hermosa visión. Me cuesta un mundo correrme, espacio que ella ameniza frotando su coño contra mi pecho y profiriendo aullidos falsos como un billete de 30 euros. Pese a que no he dejado de acariciarla con pericia, el espejismo, el instante de magia, no vuelven a aparecer. Finalmente me corro no sin concentración y esfuerzo porque sus maniobras tienen la precisión y la delicadeza de quien intenta sacar un gato muerto de debajo de una rueda tirando por el rabo. Cuando acabo me invade una risa floja pero imparable que me brota del pecho. Ella la comparte sinceramente aunque no entienda los motivos, y es difícil que así sea porque yo tampoco los tengo demasiado claros. Me quedo un instante contemplándola mientras como epílogo me ofrece el ya árido paisaje de su coño boquiabierto.

Todo acaba de una manera que subraya el carácter prosaico de las cosas, pero por alguna razón es necesario contarlas. Explicar cómo saca las sabanas y las introduce en un cesto. Como se lava el sexo. Como recoge las toallas, el frasco, la llave. Como se despide de mi besándome en los labios con el mismo gesto mecánico que ha hecho todas las otras cosas. De pronto parece que se detenga y me coge la mano y me besa de nuevo y me pregunta si volveré y le digo que si aunque la verdad sea que no y ella también la sepa. Abandono el lugar de los hechos y enfilo la carretera, que es lo mejor que puede hacer un hombre que acaba de estar con una mujer, aunque sea puta. Deslizarse por la lengua de asfalto solo debe ser superado por el hecho de alzarse a la mar dejando a tu espalda un lecho aún caliente. De mi transilvánica amante de alquiler ya solo quedaba el olor, que se negaría a abandonarme durante unas cuantas horas obligándome a ducharme de un par de veces para desembarazarme definitivamente de él. Desde entonces tengo la conciencia extrañamente limpia y los remordimientos no han tenido cojones de hacer acto de presencia. Sólo me preocupa que sigo sintiendo el pecho henchido de un fulgor extraño. Y sé que no es por ella, por sus ojos, por sus labios ni por su olor pegajoso. Ni siquiera por la luz intensa y cegadora que manaba de su coño. Es por el latido, joder. Por aquel ridículo, impostor e insignificante latido que me indica que pese al óxido, a la rutina y a los desengaños mi corazón sigue vivo.
 
Cimmerio rebuznó:
¿Sabían que hay gente que ha follado en 2015? He oído que son como esa gente que va al cajero y,no se lo van a creer,les da pasta.

pero como va a dar pasta el cajero, eso sera el pastero, el cajero te da los cartones grandes para abrigarte al dormir al raso.
 
Benito rebuznó:
pero como va a dar pasta el cajero, eso sera el pastero, el cajero te da los cartones grandes para abrigarte al dormir al raso.
A mí me da tickets,sobres y cobijo para meterme clecas en días ventosos.
 
Cimmerio rebuznó:
A mí me da tickets,sobres y cobijo para meterme clecas en días ventosos.


esto es que te invita a que compartas su atmosfera cuando se alivia los gases?


a ti tambien te señala al hacerlo y te dice "pa ti"?
 
Mola dejar un cuesco de esos de los que se activan a los 5-10 segundos,y que venga una zorra después a sacar pasta y se lo coma.Nada como el civismo.Me JIJ.
 
Capitán Hediondo rebuznó:
Una vez pedí un menú kebab y me lo trajeron en menos de 20 minutos ¿cuenta?

Joder macho a quien se le ocurre pedir un kebap a casa, ya me imagino al turco llegando sudado, llevándolo en el sobaco.

Seguro que ni se molestó en cortar carnaza, te llegaron todas las lascas que llevaban horas torrandose.
 
cuellopavo rebuznó:
Mi polla se hunde unos milímetros en el vórtice de su sexo.

Supongo que harías tope con el final de su vagina y tu pubis ¿no? Porque eso es lo normal cuando te dicen "métemela hasta el fondo" ¿verdad?
 
le salió el tiro por la culata en las vacaciones

Yo puedo contar una experiencia verídica de un tío (creo que es de Málaga) que en un programa de la radio se animó a relatar su historia:

Resulta que se va a la República Dominicana a pasar allí unas vacaciones y de paso, como no, a tirarse alguna mulatilla. Bueno, pues en un local liga con una chica y ésta se lo lleva a los servicios. En plena faena, abre la puerta un negrazo de 2 metros y les sorprende y le dice que qué está haciendo con su prima (o no sé si era su hermana, pero algún parentesco familiar tenía).

Total, que la tía sale pitando y él se queda a solas con el negro. Este le acojona y le dice que o le come la polla o no sale vivo de ese antro. Al final...ya os imagináis lo que pasó. En el programa de la radio, confesó que incluso se tuvo que tragar la corrida del negro.

Vaya recuerdo que tendrá de esas vacaciones...:pringui:
 
JesusChristo rebuznó:
Joder macho a quien se le ocurre pedir un kebap a casa, ya me imagino al turco llegando sudado, llevándolo en el sobaco.

Seguro que ni se molestó en cortar carnaza, te llegaron todas las lascas que llevaban horas torrandose.

Si el kebab te viene con mamada seguro que no te parece tan mala idea, aunque el turco llevara un me sin arreglarse el bigote. Por cierto, esto podría valer para las expes que pide el clon de Main Man
 
Cuando vine de la guerra de Irak y me asenté en la capital me saqué la licencia de taxi. El trabajo era nocturno, y no estaba mal pero tenía sus riesgos, no os podéis imaginar la cantidad de gentuza que hay en las calles de una gran urbe por la noche. Una vez se subió Monedero al taxi y me preguntó que qué hacía falta en la ciudad, yo le dije que "limpieza". A mi familia les decía que trabajaba para el CNI. Total, aquí viene ya la historia de la prostituta: una vez mientras iba con el taxi vi a un chulito de gimnasio maltratando a una puta en mitad de la calle, así que los seguí hasta el edificio donde ejercían. Empecé a hacer ejercicio físico pero al segundo día lo dejé porque me cansaba, así que fui a comprar armas pero como no sabía dónde preguntar me acabé comprando un martillo pilón. Aquel mismo día por la noche volví al edificio de la prostituta y le pregunté al chulo de la puerta por ella. Me llevó a su cuarto y en lugar de follar le pregunté que si le parecía bien estar ahí, y ella me respondió con acento panchito-rumano. Qué asco me dio, había estado a punto de liarla por una inmigrante de mierda. Le reventé la cabeza a martillazos y me fui.
 
Capitán Hediondo rebuznó:
Supongo que harías tope con el final de su vagina y tu pubis ¿no? Porque eso es lo normal cuando te dicen "métemela hasta el fondo" ¿verdad?

lo jodido es cuando ya la tienes metida hasta el fondo y te dicen eso, que tu coges y arqueas la espalda como si el nabo fuera la cabeza de un tortugo y por apretar el najas saliera un cachillo mas, y ella se revuelve y te dice "pero que coño haces?"

y tu
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Depende de lo que cada cual quiera gastarse, Zurraspas. Si por ejemplo ellas cobran 50 euros por media hora, digamos que es el valor real según mercado que vale una puta de unas determinadas características físicas, pero tú quieres pagar más de su valor real por la razón que sea, pues puedes darle una propina que tendrías que añadir al costo del servicio.
 
Benito rebuznó:
lo jodido es cuando ya la tienes metida hasta el fondo y te dicen eso, que tu coges y arqueas la espalda como si el nabo fuera la cabeza de un tortugo y por apretar el najas saliera un cachillo mas, y ella se revuelve y te dice "pero que coño haces?"

y tu
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Pero seguimos hablando en medidas reales, o sea, en milímetros ¿verdad?
 
A lo que , según el caso, habrá que añadir: notaría, registro, gestoría, impuestos y alguna gabela y portazgo más
 
Cuellopavo eres un malnacido:

1. Deja de maltratar a tu perro
2. Deja de escribir tan bien.

primer aviso
 
Verruga rebuznó:
Depende de lo que cada cual quiera gastarse, Zurraspas. Si por ejemplo ellas cobran 50 euros por media hora, digamos que es el valor real según mercado que vale una puta de unas determinadas características físicas, pero tú quieres pagar más de su valor real por la razón que sea, pues puedes darle una propina que tendrías que añadir al costo del servicio.

¿conoces aguna que haga factura?... ¿qué iva le cargan?
 
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