¿Pero tú lees los artículos que enlazas o sólo ves los dibujos? Eres tan mendrugo que todo lo que has posteado no hace sino darme la razón (incluso la página de Fedeguico
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).
Conclusiones:
- Aunque pueda no ser cierto del todo que, a igualdad de puestos y formación, ganen mucho menos las mujeres (eso lo reconozco, no tengo complejos en hacerlo), lo que importa es la
brecha laboral: las mujeres acceden a trabajos más precarios y a jornadas parciales; interrumpen sus carreras o las suspenden definitivamente por la maternidad. Conclusión: ganan de media bastante menos que los hombres (un 24%, según el INE).
A esto hay que unir -repito- la
insuficiente ayuda del estado a la maternidad. Consecuencia: muchas mujeres en España no están dispuestas a tener hijos.
Lo más loleante es que todos estos problemas se arreglarán con la reconquista muesli. En realidad no sé por qué algunos los odiáis tanto, si sois la misma mierda buscando lo mismo: la vuelta al oscurantismo medieval de los matrimonios formados por barbudos y mujer sumisa. El único inconveniente: adiós a las putas, pre, post pago y sobre todo, gratis
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Uno falta unas semanas y cuando vuelve, observa con tranquilidad, que la cantidad de subnormales registrados de otros años hacen de vez en cuando acto de presencia.
Claro. Es que tu subnormalidad es superior a la mía, porque es más añeja y venerable.
Necesitar dos sueldos a jornada completa (o incluso más) para sacar adelante a una familia, no es libertad. Es esclavitud. Ante tal dilema, hay que elegir entre tener hijos o perros.
Sí, mis padres pudieron y otros de su generación también. Cuando los sueldos eran justos. O incluso cuando un trabajo a media jornada cundía más que ahora. Hoy en día ser mileurista es milagro y aún así no se llega a fin de mes.
Esto ya se ha hablado aquí: la sociedad y las "necesidades" han cambiado mucho en tres décadas. Nuestros padres o abuelos apenas disfrutaban de ocio o vacaciones lejos de sus ciudades, de la práctica de deportes o de tecnología. Como mucho, el coche de turno, el televisor o el equipo de música conformaban los grandes caprichos. Todo comprado a tocateja y con mucho sacrificio, nada de tarjetas de crédito. Porque esa era la forma de vivir. Ahora nos resultaría imposible volver a aquello, porque hasta el más muerto de hambre desea su iPhone, su internet, sus deportes, sus cenitas, sus viajes, etc
Pero, una vez más os digo: las huestes mueslis, que critican todo ese vicio consumista, vendrán a salvaros de toda esta degeneración.
Deja de perseguirme, zorra vigoréxica.