Precisamente una de las chicas mas bellas, pero realmente bellas, que he visto en mi vida, una cosa de una belleza fuera de este mundo, la vi en mitad de la nada en Noruega. Me había perdido yendo de no sé dónde a algún otro lugar y llevaba ya varios kilómetros conduciendo por una carretera por la que apenas cabía un coche en cada sentido, sin arcén ni marcas viales, apenas una tira de asfalto, en la que no te cruzabas con nadie durante kilómetros y kilómetros. De repente vi una casa de madera pintada del rojo tradicional de las casas allí, y junto a ella alguna gente. Me paré y me acerqué con el coche para preguntar por indicaciones. Se me acercó una chica como de veinte años, rubia casi platino, con los ojos azules y las facciones más hermosas y limpias que se pueda uno imaginar. Le pregunté por dónde se iba a tal sitio, y me indicó, en perfecto inglés, cómo llegar, y todo con una sonrisa maravillosa, dulcísima. Creí por un momento que estaba en algún tipo de sueño o algo así. Imaginad el paraje idílico y bellísimo de los fiordos noruegos, la clara luz de la mañana, las montañas al fondo, el fiordo a sus pies, la casa roja un poco más acá y una absoluta beldad rubia con el brazo en la ventanilla de mi coche alquilado señalando al horizonte mientras sonreía y hablaba. Me dieron ganas de decir "Bueno, déjalo, ya no quiero ir a ningún lado. Me quiero quedar aquí contigo para siempre".