Eres idiota.
El cine sirve tradicionalmente para propiciar un ambiente intimo, con poca luz, los dos juntos, una previa en la que podéis romper el hielo haciendo alguna manita, acariciandole el muslo, poniéndola a tono. Ahora me dirás que a ella no hay que ponerla a tono, que ya viene así de casa, pero es que quien debe ponerse a tono y acomodarse con su cuerpo femenino eres tú, ese cuerpo femenino con el que no estás acostumbrado y que te causa inquietud e inseguridad.
Tras un rato aclimatado en la intimidad del cine, más aún jugando con la ventaja de que sabes que ella quiere tema esa misma noche y no otra, seguro que tu sebosa y esmegmatica picha se pone razonablemente morcillona y tu libido de castrati se ve aumentado lo suficiente como para que por una vez desees de verdad terminar la velada echando un polvo y no mareando la perdiz.
No me quiero imaginar con qué cantidad de traumas puedes terminar cuando eches el primer cuajo y pienses, "qué gusto en los huevos, no sé qué he hecho todos estos años".
Para eso te viene bien el cine y no ir a merendar bollitos de canela de mierda como un pusilanime castrado, que hay que explicartelo todo, zoquete.
Y si te pierdes algo de la película te la descargas otro día pedazo de cretino, que tienes unas contestaciones de retrasado mental 110% hocicoperiodicable.