Ilovezorras
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Ilovezorras rebuznó:Entonces fue cuando me puse a llorar, se me encogió el cuerpo, las palabras se me atragantaban en la boca, se me agarrotaron los músculos: Pues yo si lo pensaba. Sabes que si algún día deseo a una mujer tanto como a ti, no la voy a querer igual, y si la quiero tanto como a ti, no la voy a desear igual. Las dos cosas las encuentro en ti y sabes que si me dices que me corte la mano, yo me la corto. Pero tú no sabes lo que quieres, sigues siendo una niñata, eres una puta, una guarra y una zorra, estás jugando conmigo, empiezo a pensar que ni siquiera me has querido nunca y sólo te importa ser una diosa en Japón y ser una intelectual de primera, al otro lo tienes corneado perdido, y a mí como un subnormal comiéndote el pienso que me das de tu mano. No sé de qué irás en Japón, allí serás una tía respetada, un gran cerebro y todo lo que quieras, pero cuando llegas aquí no dejas de ser una niña y yo te tengo muy bien caladita ya.
Por aquí me quedé en el último largo relato.
Ya es fácil saber qué pasó pero no me quedaría tranquilo si lo dejase tan en el aire.
He aquí el resumen de la última parte.
Tras esas palabras, ella, como era de esperar, se me quedó mirando con cara de espanto, pero paró de llorar. Yo estaba ya quemadísimo, al día siguiente tenía que trabajar, no había dormido nada y tenía los nervios destrozados. Cogí una botella de whisky y me serví una copa sin decir nada. Me senté en una silla con las manos a la cabeza, sin mediar palabra, y así estuvimos hasta que me bebí el whisky, en silencio, sólo se oían coches en la calle, el sorber de mi whisky y sus hipitos de vez en cuando. Yo seguía teniendo muchas cosas que decir, pero no podía, ya no me salían las palabras, era todo una espiral y todo estaba hablado, incidir sobre lo mismo una y otra vez era una gilipollez. Llevé el vaso al fregadero y volví al salón, ella seguía exactamente igual, en la misma postura, seguía sollozando, mordiéndose las uñas de una mano, con la otra revolviendo unos mechones de pelo. Le dije: Vámonos a dormir, ¿quieres?. Ella me miró con el rabillo del ojo, se levantó, me dijo que sí, y nos metimos en la cama. Ni idea de qué hacer, si abrazarla o no, pero tras, no sé cuánto paso, 10 minutos, 15, media hora, ella me abrazó por detrás y me cogió la mano, y entonces yo se lo dije de espaldas: Piénsate bien lo que haces. Yo sé que has llegado muy lejos, pero esas cosas terminan, el éxito es efímero. Y me puedes perder. Y el día en que te acuerdes tendrás una vida hecha allí y no vas a poder escapar, otra nacionalidad, será tardísimo. Y yo también estoy pensando en pedir algún desplazamiento e irme a ..... a trabajar. Ya no tengo fuerzas para pedirte nada. Así a grandes rasgos, claro. Nos quedamos dormidos, no sé cuando.
Al día siguiente la dejé dormida y me fui a trabajar. No recibí ninguna llamada de móvil, y odio que me llamen cuando estoy trabajando, claro está que no lo puedo coger, pero también odio ver llamadas perdidas, pero ese día sí lo miraba nerviosamente cuando podía. Nada de nada. Yo tampoco quería llamar a mi casa. Ni a la suya. Tenía mucho miedo. Llegué a mi casa por la tarde nervioso, deseaba encontrarla allí, pero tampoco estaba. (Aclarar que esa semana le hice una copia de las llaves de mi casa y podía haber venido). La cama estaba hecha, los platos limpios (increíble), y ni una nota ni nada. Ya no sabía qué hacer, estaba destrozado, se me había quedado tan mal cuerpo que ni siquiera quería llamarla. Ella no tenía móvil aquí en España, así que no podía contactar con ella. Y llamarla a su casa, menos, para que me dijeran que había salido o similares, pasando. Ojos que no ven, corazón que no siente, mente que no sabe, mal rato que te ahorras. Pasé una noche espantosa. Espantosa. Tuve hasta pesadillas, como que se iba otra vez sin decirme nada, que amanecía y habían pasado 2 días en vez de uno, como que la pelea la soñé, de todo. Toda la noche pegando unos repullos tremendos.
Al día siguiente, en el trabajo también de capa caída. Fui a comer fuera y me llevé el móvil por casualidad. Cuando iba por el postre llamaron. Era ella. Me saludó tímidamente. Yo le pregunté si estaba mejor, me dijo que sí. Me preguntó si yo estaba más calmado, yo le dije que también. Bueno, no mucho en realidad. Y entonces fue cuando dice: Me voy pasado mañana... lo sabes, ¿no?. Yo le dije que sí, que claro que lo sabía. Estúpidos silencios gastando dinero y yo me tenía que ir ya, pero deseaba seguir al teléfono el mayor tiempo posible, aunque fuera oyéndola respirar. Pero lo que vino a continuación ya es que ni me lo esperaba: Arturo, escúchame bien. Quiero que me oigas bien, no estés con dos cosas a la vez como siempre, óyeme bien. Sí, dime dime. Arturo, escucha. Quiero que todo sea como antes, igual que antes. Yo necesitaba saber que había interpretado la frase correctamente: ¿Como antes?¿Como antes qué? ¿Tú y yo?. Ella dijo: Sí Arturo. Si volvemos, ¿todo será como antes? ¿Sin las cosas malas? ¿Sin que te pongas nervioso ni estúpidamente celoso como antes?. Era eso, quería volver, ¡¡¡quería volver!!! Claro que sí, joder, claro que sí, ¿De verdad? ¿De verdad? Ella insistía mucho en el pasado: Después de dos años separados, ¿crees que esto saldrá bien? ¿crees que hemos cambiado mucho?. Yo le dije que no, joder, que no, que yo la quería cada día más, ¡¡¡¡que no, joder!!!¡¡¡¡que no!!!!! Escúchame, esto va a llevar tiempo. Tengo que dejar el trabajo allí, venirme a España, establecerme aquí, quiero hacer gestiones, etc.,y a lo mejor es algo complicado, pero si es todo para que al final estemos juntos otra vez, dime que puedo hacer todo esto tranquila, sin echarme atrás, dime que al final de todo este jaleo vas a estar tú- decía lloriqueando. Yo es que no sabía que responder, ESTABA LOCO DE ALEGRÍA. Le dije que sí y mil veces que sí. No quería colgar pero tuve que colgarle e ir al trabajo. Iba con el pecho anchísimo, temblaba, el sentimiento me turbaba el color de la cara, el aire era más puro que antes joder, la gama de colores de edificios y ropa de la gente era más amplia, tenía una cara de gilipollas que no podía con ella, cuando nadie me veía me reía para mí mismo. Cuando llegué a casa, ella estaba allí esperándome en el sofá sentada con la tele puesta.
Esta parte es mía y jodidamente mía. Pero os podéis imaginar lo que pasó. Qué desenfreno y qué pasión y qué cursiladas nos pudieron salir de la boca a los dos, muy obvio, creo.
Dijo que iba a dejar a Yoshinobu en cuanto llegase, pero que él ya se conocía el paño, y ya le había llorado a él antes de venirse, pero que no me lo había dicho evidentemente. Dijo que él sabía que ella volvería a sus raíces, y a su Andalucía y a su todo, pero que lo importante era que ella fuese feliz. De todas maneras, se lo diría oficialmente allí.
La última frase que recuerdo que dijo fue: Cuando mi madre sepa que hemos vuelto, le va a dar algo de la alegría.

(Siempre me he llevado muy bien con su familia. Recordé momentos impagables, las fiestas de navidad en su casa, las meriendas que hacíamos en su casa, los lenguados que cada semana nos daba su madre, con las raspas de los lados quitadas para que ella se los comiera mejor... un escalofrío me recorrió el cuerpo al pensar que volveríamos a la dinámica de antes, pero escalofrío de emoción emocionante).
Según ella, sus padres la quisieron llevar al aeropuerto, pero ella insistió en que otra persona especial la llevaría, y que pronto la verían de nuevo, así que no había problema. Mientras le cerraba los bolsillos del bolso que llevaba abierots y le regañaba por el pedazo de escote que llevaba, y le intentaba subir la camiseta para tapárselo, sin éxito, le decía que la esperaría, que hiciera lo que tuviera que hacer, que confiaba en ella.
La acompañé hasta que tuvo que pasar el control de seguridad. Con lagrimitas en los ojos, miré cómo se tenía que quitar el cinturón, los collares, los pendientes, y todos sus accesorios chupis. Mientras la escaneaban (le pitaba una chapa de las botas), me miraba y me sonreía. Yo le dije adiós con la manita y no pude soportar la pena, no la seguí con la mirada hasta que se perdió entre la gente, sino que me di media vuelta antes de que echara a andar. No lo podía soportar. Pero daba igual, pronto volvería y ya definitivamente.
Bueno, se acabó todo. Ya ha dejado al japonés (este asunto me lo reservo, sólo decir que el tío es un caballero o al menos lo aparenta, es un gran hombre y no me extraña nada que ella ha estado con él), está preparando sus cosas, y bueno, pronto nos iremos a vivir juntos otra vez. Probablemente nos casemos, y tengamos hijos, podamos tener otro perro y esas cosas que se hacen en los núcleos familiares y toda la consecuente parafernalia y toda la historia ésta.
Hasta junio o julio no estará aquí definitivamente. Pero vendrá. Avisaré.
Pero mientras tanto, este es el paño. Vuelve a ser mía. Soy el hombre más feliz del mundo, tenía que decirlo. :cry:
Y contar esto en un foro, es lo más raro que he hecho en mi vida. Llegué al foro solito, no conozco a nadie del foro, nadie me conoce a mí. No busqué un foro para desarrollar esto, salió todo solo. Todo empezó como una anécdota, no pensaba ir a más , pero me emocionaba, me emocionaba, y al final he acabado soltando como una terapia, escupía las cosas, los dedos me guiaban. Gracias por leerme, una vez más.

Y a ti, que estás leyendo esto, o lo leerás, ya sabes mi reina, adelante.
¿FIN?