Aquí vemos a un Leger que no ha dejado morir al niño que lleva dentro, casual pero arreglao, en una postura divertida, él no tiene problema en arremangarse y mojarse los pies, como un infante mesetario cuando va a Benidorm.
La estampa es evocadora de esa atmósfera tan estupenda de las películas de la nouvelle vague francesa, qué alegría, que joy de vivre, que henvidia, Paulín en la playa.
La foto de la mujer exuda clase y elegancia; con los pies descalzos por la hierba y las rocas, y con esa piel tan blanca, pareciera una decimonónica inglesa que ha puesto ahí, con esa pose, un pintor prerrafaelita. Ahora volved a mirar cómo posa estudiadamente despreocupada y decidme que no, que eso no es un dolce fare niente de libro.
Ahora bien, la mujer se ve bien que es de esas que no dan problemas, de pelo corto,pragmática, muy centroeuropea, de esas que son muy capaces de traer un buen sueldo a casa, de esas que se conforman con ir de vacaciones al menos una vez al año a cualquier sitio donde haga sol, no la gustan los jaleos.