snow
Freak
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- 13 Dic 2003
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Por si os ayuda a entender un poco más, así fué (es) para mí:
Era una niña, tenía once años y acceso a toda la información, en mi casa nunca hubo límites para el conocimiento.
Había un periódico en la mesa, en una de las páginas centrales la fotografía de varios chavales con las barrigas hinchadas de nada y los brazos de hueso y piel, ilustraba un artículo tremendo sobre las muertes que la sequía y la hambruna estaban causando en algunos países africanos.
Quizás por vez primera era consciente de lo que de verdad era una injusticia aún sin comprender bien la magnitud de lo que leía. Ese día dejé de comer.
No sé muy bien como ni porqué, no entiendo de donde nació en mi la asociación de que si yo no comía algo acabaría por resolverse, prácticamente no recuerdo nada excepto que no me sentí mal.
Poco a poco aumentaba "mi sacrificio" y mi hermano Jon fué el primero en notarlo, después de el mis padres y posteriormente el médico.
Así comenzó todo. En algún momento algo en mi cabeza hizo "clic" y encajo la sensación de vacio en el estómago con la plenitud de paz en mi alma y ambos conceptos fueron inseparables.
Desde entonces purifico mi vida a través de no comer, libero mi cuerpo de ataduras con el ayuno y castigo mis dolores con el hambre. Yo puedo ser de aire, puedo ser eterna si no como, si me hago transparente, si consigo volar una vez más en el colchón irreal de la inanición.
Soy más fuerte que yo misma y me venzo negándome la vida, puedo alcanzarlo todo porque no me limito ni me temo.
Y aunque sé que no es verdad, que todo ello es la mentira de mi mente enferma, tengo que luchar cada día por dejar de ser el león y la presa, la víctima y el verdugo.
Hay cosas que no deben juzgarse a la ligera, las personas, sus problemas y sus vidas son como icebergs de los que solo vemos una pequeña parte. Abstengámos de opinar sin bucear en esas aguas frías y descubrir con ello lo que ocultan...
Era una niña, tenía once años y acceso a toda la información, en mi casa nunca hubo límites para el conocimiento.
Había un periódico en la mesa, en una de las páginas centrales la fotografía de varios chavales con las barrigas hinchadas de nada y los brazos de hueso y piel, ilustraba un artículo tremendo sobre las muertes que la sequía y la hambruna estaban causando en algunos países africanos.
Quizás por vez primera era consciente de lo que de verdad era una injusticia aún sin comprender bien la magnitud de lo que leía. Ese día dejé de comer.
No sé muy bien como ni porqué, no entiendo de donde nació en mi la asociación de que si yo no comía algo acabaría por resolverse, prácticamente no recuerdo nada excepto que no me sentí mal.
Poco a poco aumentaba "mi sacrificio" y mi hermano Jon fué el primero en notarlo, después de el mis padres y posteriormente el médico.
Así comenzó todo. En algún momento algo en mi cabeza hizo "clic" y encajo la sensación de vacio en el estómago con la plenitud de paz en mi alma y ambos conceptos fueron inseparables.
Desde entonces purifico mi vida a través de no comer, libero mi cuerpo de ataduras con el ayuno y castigo mis dolores con el hambre. Yo puedo ser de aire, puedo ser eterna si no como, si me hago transparente, si consigo volar una vez más en el colchón irreal de la inanición.
Soy más fuerte que yo misma y me venzo negándome la vida, puedo alcanzarlo todo porque no me limito ni me temo.
Y aunque sé que no es verdad, que todo ello es la mentira de mi mente enferma, tengo que luchar cada día por dejar de ser el león y la presa, la víctima y el verdugo.
Hay cosas que no deben juzgarse a la ligera, las personas, sus problemas y sus vidas son como icebergs de los que solo vemos una pequeña parte. Abstengámos de opinar sin bucear en esas aguas frías y descubrir con ello lo que ocultan...