En otro orden de cosas, el otro día me caí por las escaleras estrenando unas sandalias muy bonitas pero de pésima calidad. Son planas, doradas y se sostienen pegadas al pie mediante tres tiras finísimas. Son tan finas, tan delicadas...
Pues me bajé a por un refrigerio al trote, olvidando que llevaba zapatitos nuevos, y esquié por lo menos 7 escalones, no paraba.
Y afortunadamente caí de medio culo, el culo amortiguó el golpe, me salió un cardenal enorme y ya se fue. Ahora he cogido manía a esas sandalitas tan bonitas, y a casi todas. Busco unas de calidad. Mientras tanto, ahora bajo las escaleras como una dama, nada de trote cochinero.
Caer de culo es lo mejor, no sé por qué se dice caer de culo como algo malo. A mí me ha salvado mi culo.