Un poco seco pero comprensible, debía estar hasta los cojones de aguantar a subnormales.
Los peores eran su séquito, en especial un tío y una tía que decían que eran los que trabajaban para él. Unos humos que flipas. La tía se presentó con 20 personas y sin dirigirme la palabra pretende entrar, cuando le preguno me dice "pfff, a ver, soy X". Le digo que me parece perfecto pero que no es cuestión de eso, sino de que el aforo estaba completo. Al final tras mucho insistir y yo intentar ser conciliador le dije que todo el mundo fuera de la entrada y que eso era culpa suya porque el asunto es que es un local pequeñito, y habían reservado para 100 y pocas personas y estaban ahí ya 250 y con más personas en la cola. Habían pactado un aforo y ahora traían a más y más ganado, podía entender que estuvieran rebotados los desgraciados que no sabían nada y habían acudido invitados pero ella, que se supone que era la que lo había organizado, sabía que había traído más del doble de gente pactada y encima iba con aires de perdonavidas y de que tengo que entrar porque soy súperimportante. Le dije que no entraría hasta que no saliera gente y que si no estaba de acuerdo que los sacara igual que los había metido.
El tío no era tan cretino pero era un flipado que decía que él también había trabajado en la noche (de promotor, nos ha jodido, siempre hacen la misma) y que ahí no había 250 personas y que si podíamos dejar pasar a 20 o 30 y blabla. Le dije que si se presentaba una inspección y comprobaban el aforo podían pasar dos cosas, que fuera un número más cercano a lo que él decía, con lo cual no pasaba nada, o que fuera un número más cercano al que tenía yo en el contador, con lo cual al local le caía un paquete, no a él por haber malinterpretado la cuenta y haber dejado pasar a gente en base a ella. Así que también fuera y a esperar a que saliera gente.
El escolta en cambio era un tío muy majo.