Fuera de los desvaríos y anormalidades que se han podido decir sobre Hitler, especialmente por parte de la propaganda mundialista, de la cual aquella sionista es su apéndice más importante y fundamental, hay una biografía sobre Hitler bastante equilibrada, ecuánime y objetiva, mucho más que las toneladas de basura escritas por Ian Kershaw y algún otro historiador untado por el sistema.
Lo más grotesco de todo este asunto es que cuando se demoniza en exceso a un personaje o figura histórica, haciéndola poseedora de todo tipo de taras, excesos y maldades, es que muchas veces se consigue el efecto contrario. Y yo creo que Hitler está en vías de una cierta rehabilitación histórica, porque después de tantas acusaciones, solo les ha faltado decir que comía niños, la gente que todavía no ha mutado a ameba se cuestiona las cosas, y no cree que pueda haber alguien tan tan malvado, sino malvadísimo. Los maniqueísmos, las historias de buenos y malos, tan al estilo del imaginario de la propaganda yanki-sionista sobre la segunda guerra mundial, ya no cuelan, y menos cuando los putos globalistas ya se han quitado la careta y sabemos que ellos son la verdadera lacra del mundo.