Victor I
Freak
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- 24 Ene 2006
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La reproducción es un asunto grosero, viscoso y, ¿por que no decirlo?, en muchas ocasiones humillante. La naturaleza no quiere padres intrépidos, arrebatadores y proteicos, no quiere machos de virtudes mayestáticas y esdrújulas, no le interesa la vehemencia ni la autorealización del cabeza de familia. Se trata de ser eficaz y convencional, de generar un número conveniente de herederos genéticos que nos permitan vislumbrar una adecuada perspectiva de continuidad generacional. A este mundo hemos venido a ser un eslabón más de la cadena, a recibir una determinada herencia y transmitirla con garantías de continuidad. Esto es magnífico y llena de paz los corazones de los hombres y el útero insaciable de las hembras, esto justifica el sufrimiento inane de los seres humanos y nos permite desaguar en la tumba sin remordimientos ni deudas. La misión ha sido cumplida y dentro de un millón de años, algún tipo de forma de vida, llevará una célula de nuestra propiedad.
Lo mejor y lo más provechoso para nuestras crías es dejarse llevar por la manada. Un niño no quiere ser característico, no quiere destacar escandalosamente sobre el resto de su tribu, no quiere tener que justificar ante sus iguales que no celebra Hallowen porque su padre es un tío raro con "ideas propias". Dejaros llevar, permitir que los valores imperantes sean los que se filtren en la mentes de vuestra camada y acompañar sin resistencia el fluir de los acontecimientos y las modas predominantes. Haced, por el bien de vuestros hijos, lo mismo que hacen lo demás, es la mejor forma de asegurar a las criaturas una infancia descastada de traumas. No seáis vosotros mismos, los excesos de personalidad no os harán ganar el afecto de los "gorditos", ellos quieren vivir en un mundo estable, amistoso ajeno a los sobresaltos de un papá iconoclasta que rompe con las normas y les pone en evidencia.
Cuando uno tiene 40 años y la vida resuelta puede intentar "pasar de todo". Es un lujo de la edad y el desencanto vital. Nada es realmente importante salvo lo realmente importante. Pero los hijos no pueden ser los escuderos de nuestra cruzada contra la rutina y el tedio, contra los valores alienantes que nos imponen y la obediencia social. Si la tropa va al centro comercial, allá habrá que ir como medio para crear un bagaje de experiencias comunes y la herencia cultural de cada generación. Ya vendrán los años ridículos de la adolescencia, su ímpetu y su exaltación, ya vendrán los tiempos tumultuosos de vivir a la contra, de buscar caminos opuestos y alejarse de las tradiciones. Pero de momento no les robéis la oportunidad de aburrirse en compañía de otros niños, permitidles disfrutar de la "monotonía de lluvia tras los cristales"
p.d. Agradecería al forero Palabra de Dios algún comentario.
Lo mejor y lo más provechoso para nuestras crías es dejarse llevar por la manada. Un niño no quiere ser característico, no quiere destacar escandalosamente sobre el resto de su tribu, no quiere tener que justificar ante sus iguales que no celebra Hallowen porque su padre es un tío raro con "ideas propias". Dejaros llevar, permitir que los valores imperantes sean los que se filtren en la mentes de vuestra camada y acompañar sin resistencia el fluir de los acontecimientos y las modas predominantes. Haced, por el bien de vuestros hijos, lo mismo que hacen lo demás, es la mejor forma de asegurar a las criaturas una infancia descastada de traumas. No seáis vosotros mismos, los excesos de personalidad no os harán ganar el afecto de los "gorditos", ellos quieren vivir en un mundo estable, amistoso ajeno a los sobresaltos de un papá iconoclasta que rompe con las normas y les pone en evidencia.
Cuando uno tiene 40 años y la vida resuelta puede intentar "pasar de todo". Es un lujo de la edad y el desencanto vital. Nada es realmente importante salvo lo realmente importante. Pero los hijos no pueden ser los escuderos de nuestra cruzada contra la rutina y el tedio, contra los valores alienantes que nos imponen y la obediencia social. Si la tropa va al centro comercial, allá habrá que ir como medio para crear un bagaje de experiencias comunes y la herencia cultural de cada generación. Ya vendrán los años ridículos de la adolescencia, su ímpetu y su exaltación, ya vendrán los tiempos tumultuosos de vivir a la contra, de buscar caminos opuestos y alejarse de las tradiciones. Pero de momento no les robéis la oportunidad de aburrirse en compañía de otros niños, permitidles disfrutar de la "monotonía de lluvia tras los cristales"
p.d. Agradecería al forero Palabra de Dios algún comentario.