El Apocalipsis Madridista.
v.1 El primero de los sellos que terminarían con la civilización madridista lo abrió el Ayuntamiento de Madrid, que con la recalificación del patrimonio, sacó a la luz el primero de los jinetes; florentino, montado a los lomos de un caballo blanco, traería la victoria, armado con un talonario de dimensiones majestuosas, conquistaría Madrid, España, Europa y el Mundo. Aunque ello sería fugaz e ilusorio. Dejando a su paso, odio y resentimiento infinitos.
v.2 Cuando se abrió el segundo sello, salió de allí Baul Gonzalez, montando a un caballo rojo, demacrado y tullido. Era la encarnación de la guerra y la llevaría allí donde fuese, por medio de la destitución de entrenadores, venta de jugadores o cualquier cosa imaginable. Baúl fue la ascensión de Raúl, una ofrenda colchonera cuando estos, años antes, profetizaron su caída a los infiernos, y en un intento desesperado por evitar su destrucción total, hicieron este obsequio a sus rivales. Ya nada sería igual en el vestuario del Real Madrid.
v.3 El tercer sello tenía al caballo negro. Guiado por Inda, sería la proclama de la enfermedad, de la peste, y de la injusticia. De su boca salieron las siguientes palabras: un periódico deportivo, un euro, tener un medio de comunicación, no tiene precio. Llevaría penurias a los débiles y desamparados. Su misión era la de destrozar al pueblo mediante el uso de la palabra. Oculto en su falso madridismo, envenenaría hasta el último rincón blanco. Sería el encargado de mantener a Baúl, de conducir a Florentino a una nueva conquista, eliminado para ello un usurpador del cargo, o la de provocar la venida del último jinete.
v.4 Y el último sello abierto por el hombre era el del jinete de la muerte, llevado por un esplendoroso caballo amarillo. Era la muerte misma, y le fue conferido el poder de los otros tres jinetes. Lo llamaban Mourinho. Era el más poderoso, pudiendo conquistar, matar, o enfermar e intoxicar a los seres humanos. Fue creado conscientemente por los barcelonistas, dado que, como los colchoneros, también pronosticaron su propio paso por el purgatorio Gaspariano, así que eligieron al más barcelonista, pero que también fuese el más mercenario, corruptible, portugués y odioso que existiese. Después de jurar amor eterno al Barcelona, Mourinho aceptó su destino y lo abrazó con ahínco y esmero. Su misión era conseguir que se abriese el cuarto sello, y para ello conseguiría victorias allá donde fuese con todos los medios posibles, con una salvedad, nunca podría matar ni conquistar al Barcelona, sólo herirlo, porque aunque su alma y corazón eran oscuros y marchitos, aun conservaba resquicios de su barcelonismo.
Los profetas madridistas erraron en las interpretaciones de las escrituras, no es la muerte para los demás, es la suya propia.
"Soy Yo, la Muerte, Mourinho, el destructor de mundos, el aniquilador del Madrid, para ello fui elegido, y esa será mi misión."