Misógino Empedernido rebuznó:
El tío más cachas de mi gimnasio refuerza el estereotipo de aficionado a la halterofilia chuloplayas: es el que más ruido hace cuando entrena y entre serie y serie se pasea mirándose en TODOS los espejos. Deprimente.
Pues entonces usted está mintiendo. Uno no puede ser un aficionado a la halterofilia y además un preplaya, son definiciones mútuamente excluyentes. Los preplayas buscan la hipertrofia rápida, el entrenar bíceps el viernes por la noche antes de salir de fiesta, el rajar mucho y follar con jennys. Un aficionado a la halterofilia es un deportista que se exige a sí mismo cierta disciplina de vida, rigurosidad en el entreno y en los horarios, y cuyo objetivo no es meterla en caliente sino levantar pesos.
Yo entre serie y serie estoy tan rebentado que apenas tengo ánimos para dar un sorbo a la botella de agua.
Deje de meter la pata de una puta vez.
Misógino Empedernido rebuznó:
La fuerza puede ser buena en ciertos casos, sin embargo, en otros, el estar delgadito y ser menudo puede ser una ventaja que te salve la vida. Así que el argumento es inválido, se trata de una cuestión de azar.
Eso sí, una empresa de mudanzas es buena idea.
El ser menudo y delgadito no puede llevarle a uno más que disgustos. Agresiones y accidentes aparte, un tipo escuálido nunca tendrá la autoestima, la confianza en sí mismo ni la capacidad de plantearse retos que un atleta de fuerza o un culturista. Y esto no tiene tanto que ver con el tamaño o la intimidación subconsciente sino con la autosuperación que implica ser aficionado a uno de esos deportes, no es lo mismo marcar un gol decisivo que levantar dos putos kilos de más: aunque estés solo y no te vea ni Cristo, aunque no esté allí una grada entera vociferando para decirte lo amo que eres, el sentimiento de satisfacción que se consigue es tan grande que veo muy difícil que usted llegue a comprenderlo. Sólo se trata de hacer lo mismo que siempre, los mismos movimientos, la misma rutina, pero levantar ese triste peso ridículo de más marca una diferencia brutal en estos deportes, y uno se imprime mentalmente en arial 50 sus mejores marcas. Y lo mismo para un vencedor de un certamen culturista.
Misógino Empedernido rebuznó:
A su deporte le falta un elemento primordial: el adversario. Nada exige más que luchar contra otra persona por lograr un objetivo. Y la lección moral que proporciona la derrota es de valor incalculable. Su deporte (salvo en competición) carece de ello, ustedes se lo pierden.
No hay adversario más duro que uno mismo. Ir a entrenar aún sin tener ganas e igualmente darlo todo, comer sin tener hambre, arrastrar sueño todo el día, ponerse contínuamente marcas, destrozarlas, marcar un nuevo límite y volverlo a superar, eso sí que es duro y gratificante.