Ayer lo explicaba Marta Lasalas en su magnífico artículo de campaña. A la fotografía s’ veía Montilla comiéndose un calçot pelado. Montilla es la Catalunya del calçot pelado, la Catalunya de l’aterrizaje forzoso a nuestras tradiciones. Es esta impostura, esta invasión. Montilla es la Catalunya Palau y Fabré, la total ignorancia de nuestra lengua y de nuestros poetas. Si somos, básicamente, una nación lingüística, si a diferencia d’otras casos, como por ejemplo Euskadi o Irlanda, Catalunya es básicamente el catalán y ser catalán quiere decir básicamente hablar en catalán, ¿cómo se puede ser presidente sin saber habla catalana correctamente, sin saberlo escribir y que l’debas copiar siempre d’una libreta y sin conocer ni siquiera el nombre de nuestros poetas? Qué presidente francés no sabría decir correctamente el nombre de Baudelaire, Élouard o Derrida? Qué presidente inglés no sabría citar Auden, Dickinson o Yeats? O qué presidente español no sabría decir Machado, Salinas o Guillén? Sabrías decir tú Lorca, Montilla? Muy me temo que no. Quiero decir que el problema no es ni siquiera el catalán. El problema no es que el catalán fundido prohibido cuando habías d’estudiarlo. El problema no es que hayas venido de muy lejos, sino que continúas muy, muy lejos. No como catalán, sino como ciudadano. El problema no es que los catalanes seamos racistas, es que somos unos dejados. Haber acabado a, Montilla de presidente es d’una inexcusable dejadez nacional. Es no saber a qué hora pasa el camión de la basura, es no estirar la cadena del wáter cuando acabas. Ya ni catalanismo, ni nacionalismo, porque tampoco como presidente español sabría qué decir. El problema es de los materiales de construcción. Brutal aluminosi de l’alma. No sabes como acaba El zoo d’en Pitus, pero tampoco como acaba el Lazarillo o el Buscón. Tampoco sabrías decir el Tren expreso ni ningún verso de las Soledades o de Las coplas por la muerte de su padre. en Catalunya no mandan las izquierdas sino los prealfabetos, un estol de miseria. Nos dicen racistas para que no se note que es un ignorante. Y nosotros nos hacemos los tolerantes y los cosmopolitas y se nota muy que somos unos imbéciles.