Quiero que pienses en mi, que me anheles, que sientas mi ausencia como una enfermedad incurable. Quiero que llores por mi culpa, dejarte citraces por debajo de la piel, sentir que hay en el mundo una mujer hermosa que se afea al recordarme. Quiero que me pienses, que comprendas por fin que nada es importante, que todo es prescindible y da igual como ocurrió, que era mi cuerpo, mi presencia, mi voz en el fondo de tu oído lo único decisivo y que ya nunca tendrás.
Quiero que recorras con los dedos la parte de tu cuerpo que yo supe conquistar, que sometí al imperio de mi deseo por puro capricho, por simple curiosidad de saber que me pondrias límites. Quiero que te rebeles y finjas una ridícula indiferencia que lo complica todo aún más, que te anegues en ese teatro imposible de hacer como que ya no me quieres.
Si nada de esto es posible, me conformaria con un anal a cargo de un negro peligrosamente dotado. Entonces mira a la cámara, sonrie y deja escapar una lágrima. Sabré que estas pensando en mi o que tal vez, tu recto va a necesitar cura y reposo.