El bedel
MUJER CON ENVIDIA DE PENE
- Registro
- 10 Ago 2011
- Mensajes
- 12.013
- Reacciones
- 9.753
Caminamos por el andén del metro. Él, contento de existir, gafas de miope, calvicie avanzada y obesidad, me abruma con su charla insustancial y su mal aliento. Marcha de puntillas, casi a saltos de patito deficiente, como si sufriera acortamiento del tendón de Aquiles o hipertonía de los gemelos debido a un nacimiento prematuro; de hecho, el otro día me contó que su hermano es deficiente mental (¿¡No me digas!?). Yo, espiando las miradas de la gente que pasa al lado, miro hacia abajo mientras espero no toparme con ningún conocido. Al fin llega el tren y conseguimos asientos de milagro. Lo miro y me da algo de pena: físico lamentable, escasa inteligencia y empleo de fraca como reponedor ( o algo así) en un supermercado a sus treinta y cinco años. Después vuelve a hablar y a acosarme con su halitosis; entonces atisbo un fulgor de felicidad en sus ojillos de marmota. Recuerdo que vive solo de alquiler y me pregunto si habrá tocado a alguna mujer que no sea su madre.
Precisamente nos disponemos a continuar nuestra disertación acerca de las dificultades de conseguir pareja estable hoy día, que si hay muchas princesitas malcriadas, y blao. De repente me comenta que él lleva saliendo con una compañera de curro un año, aunque recalca "no te creas, en realidad hemos salido unas tres o cuatro veces". Mientras reprimo mis impulsos de preguntarle sobre su concepto de "salir con una chica", menciona el carácter manipulador de la muchacha y se dispone a sacar su móvil, donde atesora unos cuantos sms. Me deja ver algunas perlas de auténtico amor desinteresado de la tipa:
"No ibas a invitarme a merendar?"
"Donde estan mis caramelos, chicles, etc q ibas a traerme?"
"Y el perfume q ibas a regalarme?. Lo q pasa es q eres un tacaño y se lo das todo a tus padres. Pues sigue ahorrando..."
"Eres un egoista, no se por que continuamos esta relacion..."
Me sorprenden la frescura, el descaro y la sinceridad de la chica. El roedor guarda el móvil y atiende interesado a mis consejos de mandarla inmediatamente a tomar por culo.
- No, si ahora casi no la hago caso y bien que me viene detrás...- anuncia con voz cantarina.
Vaya, no es tan tonto. Me cuesta aguantar la risa, desgraciadamente llega mi estación y debo bajarme, aunque para entonces una agradable sensación de ser infinitamente superior a él (físico, sueldo, inteligencia, experiencia sexual) me reconforta. Cuando llego a casa, recuerdo que allí está esperándome ella: la empanada del Mercadona que empecé hace cinco días. La miro asqueado y entonces me doy cuenta de que no, de que el superior es él, capaz de aguantar semejante maltrato y de contarlo regocijado, sin avergonzarse. Bendita inocencia, si un día ella le permite tocarle una teta será más feliz que yo el día de mi gran follada. Una vez más me convenzo de la inteligencia como fuente de sufrimiento y maldigo a mi madre por haber estudiado y haber cuidado su embarazo, por haberse buscado un marido inteligente y por haberme dado unos estudios. Maldigo mi normalidad. Quisiera ser deficiente...
Precisamente nos disponemos a continuar nuestra disertación acerca de las dificultades de conseguir pareja estable hoy día, que si hay muchas princesitas malcriadas, y blao. De repente me comenta que él lleva saliendo con una compañera de curro un año, aunque recalca "no te creas, en realidad hemos salido unas tres o cuatro veces". Mientras reprimo mis impulsos de preguntarle sobre su concepto de "salir con una chica", menciona el carácter manipulador de la muchacha y se dispone a sacar su móvil, donde atesora unos cuantos sms. Me deja ver algunas perlas de auténtico amor desinteresado de la tipa:
"No ibas a invitarme a merendar?"
"Donde estan mis caramelos, chicles, etc q ibas a traerme?"
"Y el perfume q ibas a regalarme?. Lo q pasa es q eres un tacaño y se lo das todo a tus padres. Pues sigue ahorrando..."
"Eres un egoista, no se por que continuamos esta relacion..."
Me sorprenden la frescura, el descaro y la sinceridad de la chica. El roedor guarda el móvil y atiende interesado a mis consejos de mandarla inmediatamente a tomar por culo.
- No, si ahora casi no la hago caso y bien que me viene detrás...- anuncia con voz cantarina.
Vaya, no es tan tonto. Me cuesta aguantar la risa, desgraciadamente llega mi estación y debo bajarme, aunque para entonces una agradable sensación de ser infinitamente superior a él (físico, sueldo, inteligencia, experiencia sexual) me reconforta. Cuando llego a casa, recuerdo que allí está esperándome ella: la empanada del Mercadona que empecé hace cinco días. La miro asqueado y entonces me doy cuenta de que no, de que el superior es él, capaz de aguantar semejante maltrato y de contarlo regocijado, sin avergonzarse. Bendita inocencia, si un día ella le permite tocarle una teta será más feliz que yo el día de mi gran follada. Una vez más me convenzo de la inteligencia como fuente de sufrimiento y maldigo a mi madre por haber estudiado y haber cuidado su embarazo, por haberse buscado un marido inteligente y por haberme dado unos estudios. Maldigo mi normalidad. Quisiera ser deficiente...