johnny knoxville
Asiduo
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- 7 May 2006
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El cine ha distorsionado siempre el amor, ofreciendo una imagen totalmente desfigurada sobre este. Cientos y cientos de películas ñoñas donde se muestra lo mismo: un hombre haciendo el papel de sensible y buenazo, y que usando esas armas consigue conquistar a la fémina de turno. Es común ver al protagonista de una peli que gracias a su romanticismos consigue encandilar a la princesa de turno gracias a arrastrarse y engalanarla con flores y bombones.
Paradójicamente la diva de las pelis románticas Meg Ryan , sí esa chica de carita angelical, es conocida por sus múltiples infidelidades a su ex marido Dennis Quaid. Es considerada una mujer de armas tomar -fría y manipuladora- según su propia madre; y es que la realidad es muy distinta a la ficción.
El caso es que tras este bombardeo continuo de falsas ideas, gran cantidad de hombres han tomado estas conductas como modelos para seducir a las mujeres –con los esperados fracasos-. Gracias al cine tenemos una generación de hombres pusilánimes que fracasan una y otra vez en sus torpes intentos de ligar con una chica. Son muchos los que se han creído todas esas gilipolleces de que hay que arrastrarse para conseguir enamorar a una mujer, de que si tu novia te ha dejado regalándole flores conseguirás que vuelva y mentiras por el estilo. Llegado un momento dado muchos piensan “voy a hacer de tío sensible para que así vean las chicas lo especial que soy y pasen de los chicos malos”. Es sorprendente la cantidad de ellos que caen en esa idea feliz, propia del país de la gominola.
Fatalmente la realidad es muy distinta. Todo hombre que se plantea esta estrategia acaba fracasando. Unos acaban siendo el “amigo” o pagafantas al que utiliza la chica para desahogarse mientras se folla al malote de turno. Otros se dedican a mandar flores, cartas y bombones a la ex con el resultado esperado: ni se inmutan ellas ¿Es que acaso tienes las flores algún poder mágico? Obviamente NO. Algunos acabaran deprimidos, otros se volverán misóginos y nunca entenderán el por qué de su fracaso a pesar de ser “románticos y sensibles”.
La realidad es esta: a las chicas lo único que les atrae es estar con un hombre que les transmita PODER. Para una quinceañera se lo transmitirá el macarrilla con la Scooter, a una madurita un hombre que tenga un buen trabajo (y una buena cartera) a otras un hombre atractivo físicamente. Para cada una ese “poder” será diferente. Lo que está claro es que quieren sentir de un hombre esa sensación. Quieren a un hombre con capacidad de decisión y de gobernarse a sí mismo y no precisamente a un blandengue que vaya detrás de ellas con flores y contándole sus penas, un blandengue que cuando empieza a salir con una chica anula totalmente su personalidad y rompe con toda su vida anterior para pasar una vida de arrastrado.
Ellas podrán ser muy putas y muy calientapollas, pero no existen mujeres malas; solo hombres débiles que se dejan ningunear por ellas. El hombre sentimental solo triunfa en el cine, en la vida real fracasa.
Paradójicamente la diva de las pelis románticas Meg Ryan , sí esa chica de carita angelical, es conocida por sus múltiples infidelidades a su ex marido Dennis Quaid. Es considerada una mujer de armas tomar -fría y manipuladora- según su propia madre; y es que la realidad es muy distinta a la ficción.
El caso es que tras este bombardeo continuo de falsas ideas, gran cantidad de hombres han tomado estas conductas como modelos para seducir a las mujeres –con los esperados fracasos-. Gracias al cine tenemos una generación de hombres pusilánimes que fracasan una y otra vez en sus torpes intentos de ligar con una chica. Son muchos los que se han creído todas esas gilipolleces de que hay que arrastrarse para conseguir enamorar a una mujer, de que si tu novia te ha dejado regalándole flores conseguirás que vuelva y mentiras por el estilo. Llegado un momento dado muchos piensan “voy a hacer de tío sensible para que así vean las chicas lo especial que soy y pasen de los chicos malos”. Es sorprendente la cantidad de ellos que caen en esa idea feliz, propia del país de la gominola.
Fatalmente la realidad es muy distinta. Todo hombre que se plantea esta estrategia acaba fracasando. Unos acaban siendo el “amigo” o pagafantas al que utiliza la chica para desahogarse mientras se folla al malote de turno. Otros se dedican a mandar flores, cartas y bombones a la ex con el resultado esperado: ni se inmutan ellas ¿Es que acaso tienes las flores algún poder mágico? Obviamente NO. Algunos acabaran deprimidos, otros se volverán misóginos y nunca entenderán el por qué de su fracaso a pesar de ser “románticos y sensibles”.
La realidad es esta: a las chicas lo único que les atrae es estar con un hombre que les transmita PODER. Para una quinceañera se lo transmitirá el macarrilla con la Scooter, a una madurita un hombre que tenga un buen trabajo (y una buena cartera) a otras un hombre atractivo físicamente. Para cada una ese “poder” será diferente. Lo que está claro es que quieren sentir de un hombre esa sensación. Quieren a un hombre con capacidad de decisión y de gobernarse a sí mismo y no precisamente a un blandengue que vaya detrás de ellas con flores y contándole sus penas, un blandengue que cuando empieza a salir con una chica anula totalmente su personalidad y rompe con toda su vida anterior para pasar una vida de arrastrado.
Ellas podrán ser muy putas y muy calientapollas, pero no existen mujeres malas; solo hombres débiles que se dejan ningunear por ellas. El hombre sentimental solo triunfa en el cine, en la vida real fracasa.