En esta nuestra Piel de Toro he llegado a toparme con verdaderos profesionales de su trabajo, y con otros pendejos que hacen de su oficio una mera chanza. Casi todos somos putas en lo nuestro, hacemos lo que se tercia en pro de nuestro patrón de turno a cambio de las habichuelas. No me refiero a explotación, hablo de un quid pro quo. Los que hay que son sus propios patrones, a día de hoy asumo que resulta la elección más inteligente para quien pueda permitírselo.
Pero no voy a pronunciarme sobre los derechos del trabajador, la explotación de la patronal ni de ninguna de esas filfas. Quiero hablar de la profesionalidad. Cualquier participante o mero lector de esta pinche corrala se habrá podido encontrar con falsos profesionales; pendejos que hacen de su profesión un chiste, una fea burla. Se llega a la sana conclusión de que toda ocupación precisa de, esté escrito o no, un código deontológico que estampe de integridad lo que uno esté haciendo para ganarse el jornal.
Es reciente mi paso por este foro, y ya he podido observar uno de esos casos de basura jornalera, un pozo de boñiga al que buena parte del ganado ha aplaudido con esas pinches orejas de soplillo. Me refiero, off course, a esa merectriz telefónica que se hace llamar Paola, aka Amanda. A esta buena señora habría que comunicarle que las meras prostitutas también obedecen a ese tácito código deontológico que asegura la privacidad de la clientela que acuda a ellas. Privacidad que para ciertos individuos se ha visto cortada de raíz en pro de las chanzas de cierta parte del ganado que publica su mierda en este foro. Mal que le pese, y aunque se ponga como gato picha arriba, ha vendido muy barato ese código, esa profesionalidad.
Ocurre que hasta para ser puta, hace falta cierta integridad. Usted venderá sus servicios de segunda caros, pero no deja de ser una pinche lumi barata, una segundona. Y los seguidores de sus proezas, unos borregos. De cuidado.
Salud por mi primera aportación; lo mismo, si me sale del pinche leño, volveré para destapar todas sus vergüenzas, perillanes, que de seguro no son pocas.
EL QUE BAILA CON LOBAS
Pero no voy a pronunciarme sobre los derechos del trabajador, la explotación de la patronal ni de ninguna de esas filfas. Quiero hablar de la profesionalidad. Cualquier participante o mero lector de esta pinche corrala se habrá podido encontrar con falsos profesionales; pendejos que hacen de su profesión un chiste, una fea burla. Se llega a la sana conclusión de que toda ocupación precisa de, esté escrito o no, un código deontológico que estampe de integridad lo que uno esté haciendo para ganarse el jornal.
Es reciente mi paso por este foro, y ya he podido observar uno de esos casos de basura jornalera, un pozo de boñiga al que buena parte del ganado ha aplaudido con esas pinches orejas de soplillo. Me refiero, off course, a esa merectriz telefónica que se hace llamar Paola, aka Amanda. A esta buena señora habría que comunicarle que las meras prostitutas también obedecen a ese tácito código deontológico que asegura la privacidad de la clientela que acuda a ellas. Privacidad que para ciertos individuos se ha visto cortada de raíz en pro de las chanzas de cierta parte del ganado que publica su mierda en este foro. Mal que le pese, y aunque se ponga como gato picha arriba, ha vendido muy barato ese código, esa profesionalidad.
Ocurre que hasta para ser puta, hace falta cierta integridad. Usted venderá sus servicios de segunda caros, pero no deja de ser una pinche lumi barata, una segundona. Y los seguidores de sus proezas, unos borregos. De cuidado.
Salud por mi primera aportación; lo mismo, si me sale del pinche leño, volveré para destapar todas sus vergüenzas, perillanes, que de seguro no son pocas.
EL QUE BAILA CON LOBAS