Bueno señores, evidentemente Ussia tienes sus cosas, sobre todo algun librillo pedante escrito para vender a los jubilados que escuchan Onda cero , pero sus articulos en la razon son en ocasiones sublimes, ese es el caso del de hoy: ( se que es largo y que mas de uno me insultara por el ladrillo, pero a mi me hizo reir bastante )
El esmoquin
Alfonso USSÍA
Todavía no me he repuesto del impacto visual que me produjo el presidente Bush en esmoquin y con botas tejanas.
A Jeeves, el ayuda de cámara de Bertram Wooster, héroes de Wodehouse, podría haberle sobrevenido un patatús de órdago ante tamaña ofensa estética. En un restaurante de Londres, el millonario de Oregón Kenneth Hummet fue obligado a cambiarse de corbata. Llevaba puesta una carmesí con hipocampos estampados en lila y tornasolados en naranja. El «maitre», Georges de Martino, descendiente de italianos, se opuso con firmeza a que un individuo con gusto tan deteriorado permaneciera en su local. La intervención del duque de Bedford, presente en la trifulca, fue decisiva. Su Señoría se acercó a la mesa en la que se sentaba el pájaro multicolor y en voz muy queda le dijo: ?O se cambia la corbata o sale de aquí a patadas.
Para Jeeves era más importante que su señor llevara un esmoquin impecable que el resultado final de la Primera Guerra Mundial. También la Segunda Guerra Mundial le traía sin cuidado. Pero una mañana de sol primaveral, tan poco habitual en Londres, en la que Wooster pretendió dar un paseo por Hyde Park con unos zapatos excesivamente anaranjados, Jeeves dimitió de su cargo. Aquel gran mayordomo, solemne procesión de un hombre solo, pensaba que la imagen de su señor, Bertram Wooster, era la de Inglaterra, y jamás Inglaterra se puso zapatos anaranjados para pasear por Hyde Park. Al final, Wooster aceptó la reprimenda y se puso unos abotinados marrones oscuros hechos a medida en Hogdson & Brooks, zapateros de carácter. Se negaron a aceptar un encargo del Rey Eduardo VIII por considerarlo acentuadamente frívolo, rasgo que se demostró con creces años después.
Lo que ha hecho Bush es de suma gravedad. Figúrense lo que le habrían dicho al Rey de combinar el esmoquin con zapatos de bailaor de flamenco. Desvanecimiento de la Corona, que además de Historia, eficacia y arbitraje, tiene la función de proteger la estética. Una nación que no reacciona ante la fotografía de George Bush sonriendo con su esmoquin y sus botas vaqueras tiene muy limitadas posibilidades de alcanzar la unanimidad en el respeto. Sólo es superable el escachifollamiento del buen gusto con una imagen de Zapatero en esmoquin calzando abarcas del norte de León. O Moratinos de frac con babuchas palestinas con cascabeles en la punta. Y me detengo, porque no es conveniente regalar demasiadas ideas.
La estética hay que mantenerla hasta la muerte. El barón Gustav Aughentaller-Blocknik falleció al darse un jardazo cuando, en situación de paciente postoperatorio de una intervención en el menisco de la rodilla izquierda, se levantó de madrugada para acudir al cuarto de baño. Los médicos se lo habían desaconsejado, recomendándole el uso de un orinal hospitalario, también conocido como «cuña». El barón austriaco prefirió la muerte al uso del orinal. Si alguna vez en los próximos años recibe Bush a Moratinos tiene nuestro canciller la obligación de narrarle tan hermosa historia. Siempre que pueda, que no lo veo muy claro.