Para detectar la envidia, el rencor de clase y el sentimiento de inferioridad en este foro, desde luego el aparato no necesita una sensibilidad extrema.
Los funcionarios son privilegiados per se. Les cae del cielo, como el maná. Una mañana cualquiera se abren los cielos, y entre nubes púrpura y un dedo que podría salir de un fresco de Miguel Ángel los señala como
Ungidos. No tienen que esforzarse, ni invertir periodos valiosos de su vida sin ingresar un euro y bajando los codos, todo se les regala graciosamente, por un determinismo exclusivo para ellos y al que no pueden acceder el resto de los mortales.
Como uno se hace viejo ya ha visto muchas cosas. Muchos emprendedores pegándose la hostia y cambiando la mirada de perdonavidas y el coche de alta gama por la de perrito apaleado y el utilitario. Mucho trabajador de la empresa privada sometido hasta los límites del esclavismo por jefes que imponen objetivos inalcanzables, horarios demenciales e inapelables, vacaciones en fechas fijas y espadas de Damocles con la palabra FIRED en los dos lados de la hoja. Mientras, la seguridad que me dan unos derechos laborales ganados a pulso me han permitido surfear acosos laborales, arbitrariedades y jefes despóticos sin que se me moviese un pelo de sitio. Sin perder un euro. Sin saber lo que es la incertidumbre y la cola del paro. Y me lo merezco, porque me lo he ganado, mientras otros se tocaban las pelotas o iban a trincar billetes en modo fácil pero breve, como la vida de un cerdo cebado.
El aceso a la función pública está ahí para todos. A llorar a Parla.