Para ser consciente hay que haberlas pasado muy putas, o como mínimo, haberte codeado muy de cerca con la mierda. El liberal de pura cepa lo ha tenido fácil toda su vida, de una forma u otra. Algunos, los mejores, dentro de sus ventajas, se lo han currado. Pero ni siquiera esos son conscientes de lo que es la vida en general, y se dejarán masturbar por la sencillez de la idea: "Si trabajas duro y vales, llegas lejos. Los que no llegan lejos, es porque no valen o no trabajan duro". Y punto pelota. Es una idea tan potente y tan atractiva, que cuando te juntas con ellos demasiado tiempo llega a calarte. Sobre todo si hablamos de gente que se lo curra. Pero tu ya has visto de qué va el juego, muchas veces, y la tontería nunca llega a convencerte del todo.
Conocer la verdad del mundo solo te hace infeliz. Nadie quiere ser infeliz. En la ignorancia y la mente sencilla está la felicidad. Unos se benefician de mamandurrias varias (los más tontos), otros son buenos en lo suyo, pero igualmente ignorantes de todo lo demás (también tontos, pero al menos saben hacer algo bien). Un cínico o un hipócrita dirá lo que tenga que decir en un momento dado, pero el esto del tiempo si es consciente de la verdad no podrá evitarla.
Para creer, realmente, en toda la sarta de gilipolleces que sueltan los liberales, hay que ser tonto. Quizá bueno en algo, pero al fin y al cabo, tonto.