A mí me gusta mucho la historia de un alpinista que murió joven en una ascensión dejando mujer e hijo. Su cadáver no fue recuperado, y allí se quedó. Al cabo de los años el hijo se convirtió también en alpinista, y partió hacia el lugar donde su padre había desaparecido, en busca de su cadáver. Y lo encontró. El cadáver de su padre, por lo visto, estaba congelado, y sus rasgos, la expresión que tenía en el momento de su muerte, su rostro, había permanecido inalterado todo ese tiempo. El padre había muerto con menos años que los que tenía el hijo cuando le encontró, así pues, el hijo pudo mirar cara a cara a su padre más joven que él mismo.