Escribá de Balaguer
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- 3 Feb 2005
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Estaría de acuerdo con que se legalizase la marihuana sólo porque en mi ciudad se repitiese el espectáculo circense del Barrio Rojo de Amsterdam. Es como una especie de función non stop 24 horas en la que, por rocambolesco que parezca, lo menos llamativo son las putas.
En mis estancias en la ciudad he llegado a ver niggas durmiendo en el KFC siendo sacados en volandas por otros niggas descojonándose, una pareja de ensetados andando alrededor del obelisco de una plaza al son de su viaje cósmico, primero en intervalos muy rápidos y luego en fases muy lentas; otro nigga en una bici sin pedales cantando Bob Marley, dos albanokosovares fumándose un triturbo de papelas de las de 30x40 que hay en esa ciudad, uno llorando en el hombro del otro acojonado al acabárselo; e incluso españoles con pinta de pederastas que me hablaron durante horas sobre los licores de esa ciudad siempre mirándome de reojo.
No me importaría que pusieran el Extasy o el Mellow Yellow en cualquier punto de España, me iría a vivir allí. Eso sí, como proliferase un poco más la hostelería, creo que podríamos incluir en el Consejo de Ministros a un camarero de esos de camisa blanca desabrochada, chaleco negro, sempiterno palillo, cigarro en la oreja, pantalones de loneta y mecago en Dios por montera. Tendría más poder que el presidente, incluso.
En mis estancias en la ciudad he llegado a ver niggas durmiendo en el KFC siendo sacados en volandas por otros niggas descojonándose, una pareja de ensetados andando alrededor del obelisco de una plaza al son de su viaje cósmico, primero en intervalos muy rápidos y luego en fases muy lentas; otro nigga en una bici sin pedales cantando Bob Marley, dos albanokosovares fumándose un triturbo de papelas de las de 30x40 que hay en esa ciudad, uno llorando en el hombro del otro acojonado al acabárselo; e incluso españoles con pinta de pederastas que me hablaron durante horas sobre los licores de esa ciudad siempre mirándome de reojo.
No me importaría que pusieran el Extasy o el Mellow Yellow en cualquier punto de España, me iría a vivir allí. Eso sí, como proliferase un poco más la hostelería, creo que podríamos incluir en el Consejo de Ministros a un camarero de esos de camisa blanca desabrochada, chaleco negro, sempiterno palillo, cigarro en la oreja, pantalones de loneta y mecago en Dios por montera. Tendría más poder que el presidente, incluso.