No conocía el mundo masculinista.
Sí que creo que en el último siglo, el género femenino hemos vivido muchos más cambios sociales y económicos que el masculino. Guste más o menos, lo cierto es que las mujeres se han movilizado, lo han peleado y lo han revindicado. Se sabe de la violencia de género porque han surgido protestas, asociaciones y llamadas de atención por todas partes, se ha visibilizado y además en este aspecto ha habido una labor solidaria entre mujeres importante. Y además no ha sido sencillo. Por poner un ejemplo, en España las primeras leyes contra la violencia doméstica aparecieron a raíz del caso de Ana Orantes. Una mujer que llevaba sometida a palizas toda su vida y que tuvo los huevos de ir a televisión a contarlo en una época donde los trapos sucios se lavaban en casa. A esta señora su marido la quemó viva días después. Lo que provocó que se abriese debate legal y posibilitasen leyes en este ámbito. Muchos cambios han sido a costa de muchos sacrificios y sufrimientos y de enfrentar un establishment bien arraigado.
Los hombres hace décadas que están como estancados (en general). Y no se movilizan demasiado. Mi impresión es que no saben qué rol quieren adoptar, ni tampoco qué es exactamente lo que se les está pidiendo, ni saben asociarse entre ellos, ni abrirse con respecto a lo que les pasa o a lo que quieren mejorar. Sólo he visto debate en algunos foros, en la vida real, veo mucha parálisis en ese aspecto.
En cuanto a abogar por la igualdad de sueldos, teniendo en cuenta que actualmente a ningún hombre creo que se le pague menos que a una mujer en el mismo puesto de trabajo, no le veo mucho sentido a ese argumento...Si quieren cobrar lo mismo que nosotras, quizás se lleven una desagradable sorpresa. Y con respecto al tema de la maternidad y paternidad, hay un truco del almendruco para comprobar que esto va mucho más allá del machismo o el feminismo. Prueba a darle las mismas bajas a ambos y que ambos se reduzcan jornadas para encargarse de los niños.
Ya veréis como grácilmente descubrimos que las empresas empiezan a bajar sueldos y a acosar a empleados con hijos para que se larguen y a contratar gente joven, soltera y sin hijos. Ahí tenéis la cuestión de la igualdad.
Hay maltrato doméstico a hombres y no se habla de ello. Porque por cuestiones culturales y educacionales, persiste una mentalidad todavía arcaica que hace que un hombre en esta situación prefiera sufrir el escarnio de la parienta antes que el escarnio público por ser "poco hombre". Hay otras problemáticas y en gran parte están agravadas por el condicionamiento cultural de que el hombre no puede hablar de esas cosas. Nosotras también tenemos otros problemas, pero hablamos entre nosotras y esto hace que recibas consejos, ayuda, contactos...Al contrario de lo que se cree, la mayoría de las mujeres (hablo de mujeres adultas y no de crías de 12 años) necesitamos y valoramos a nuestras amistades femeninas. Es posible que cuando eres muy joven, haya más rivalidad. Como la hay entre muchos chavales, por cierto. Pero a partir de ciertas edades, priorizamos otras cosas y entendemos que o colaboramos, o nos aislamos. Y no nos interesa.
Hace tiempo que se precisa reencuadrar roles y buscar un equilibrio.
Y hay que abogar mucho por un concepto de la relaciones humanas como algo no competitivo, sino colaborativo. No creo que esto siquiera sea una cuestión de machismo o feminismo, sino puramente sistémica, porque no hay más que fijarse en un entorno cualquiera y ver cómo se promueven las camarillas, las luchas de poder, los enfrentamientos y el identificarse con algo que permita sentirse superior al vecino del enfrente. Lo que pudre a una familia, a una relación o a cualquier otro entorno humano es esto. No otra cosa que querer pisar a los demás en beneficio propio y sea en nombre de lo que sea e inventarte una filosofía o una cultura o una sociedad que te lo justifique.
El día que se entienda cabalmente que el enemigo no es el que tienes al lado, sino los que están arriba, quizás empiece un verdadero replanteamiento de muchas cosas.
Para mí donde se acaba el poder (tenga quien lo tenga, me da igual) empieza la verdadera igualdad.