Definir la música que le gusta a uno es súper arriesgado, no sé qué cojones pasa que la gente se cree que puede evaluar todo tu ser según tu gusto musical. Es más prejuicioso que decir tu edad, decir a lo qué te dedicas o cuáles son tus amigos.
Una persona puede tener muchas inquietudes, gustos de todo tipo, aficiones, amores, manías e incluso obsesiones en su vida, queridos amigos, pero hay algo -como el experto del
Exorcista descubre- qué es lo que hace que esa persona se encuentre “poseída”. Por este hilo está cojonudo para soltarse.
Dicen los jesuitas que pertenecer a su “santa Compañía” marcaba el carácter per semper. Dyango también marca carácter, es más, hace que sus seguidores tengan esa unión especial más allá de la música melódica y varonil que representa. Los demás gustos musicales se desvanecen ante este monstruo de la escena, a quien el mismo Sinatra envidiaba. Incluso la madre de Javier Gurruchaga le repetía a su desviado hijo- musicalmente hablando, claro está- hijo mío: “por qué no dejas ese grupo de locos (
La Orquesta Mondragón) y cantas así como Dyango.”
Si, queridos amigos, lo demás no importa, quiénes son esos Mozart, Chopin, Liszt, Beethoven, y demás mindunguis ante este monstruo catalán (independentista, por cierto) El trío que tiene con Pimpinela es glorioso, un hito de la música ligera bailable, pero en otra ocasión dejo otro temazo