Weiz rebuznó:
mi hermano estaba recluído en un internado cuando yo tenía 10 años. me las ingenié para ir a verle un sábado, y en el rellano del edificio apareció con él un niño cuyo padre había muerto, y cuya madre le había dejado allí internado a la tierna edad de 6 años, mientras ella se gastaba la herencia con fulanos de costa en costa, y en su cara de 12 años ya tenía visiblemente marcadas las típicas huellas del desprecio y la soledad.
le vi sólo durante unos minutos pero es lo más fuerte que jamás he sentido por un varón. tenía la mirada más triste que he visto en mi vida, y ni siquiera me acuerdo de su cara.
daría mi ventrículo izquierdo por volver a verle.
A los 10 años ya reflejaba la tristeza en mi rostro cuando nadie me veia y solo tenia un espejo delante de mi.
Pero aprendia graparme sonrisas.
Hace unos meses baje la guardia y afloro en mi rostro las huellas de mi miserable existencia. Fue solo un instante, pero lo justo para que un amigo se asustara.
Todos tenemos miles de historias que contar, pero la mayoria aprende a tragarselas.
Los que dejan que les marque el rostro son los mas debiles de todos.