Incapaz como soy de frivolizar acerca de la muerte de casi nadie (probable fruto de la mezcla de una educación católico-bienpensante mal digerida con cierto temor a un Karma que pueda castigarme) viendo las imágenes de una madre destrozada en un entierro, habiendo paladeado las mieles refinadas de algún que otro acoso, soy, sin embargo, incapaz de hallar el menor adarme, la más microscópica muestra de algo que se parezca a la compasión.
Tal vez por ese gesto facial de la occisa que todos hemos visto tantas veces, mezcla de superficialidad, vicio, prepotencia, exclusión de los no alfas. Quizás por esa estulticia darwiniana de permitir que la graben y jugar con el orgullo testicular de un varón desdeñado. También puede ser por el hartazgo de esas individuas fruto de la sociedad feminazi incapaces de establecer una relación causa-consecuencia. Pero la verdad es que miro su jeta, su sonrisa vacía carente de interior amueblado y siento verdadero asco del encanallamiento profundo, de la crueldad sanguinaria, de la gélida indiferencia implícita a lo que siento.
Escucho el informativo de la 5: culpabilización cuasisubliminal del varón; su ex, destinatario de los videos, al parecer la "indujo" (que bonita y capciosa palabra) a grabarse con otros hombres. Como si a una de esas empoderadas sin alma que se meten pollas en la boca tal que si fuesen risketos de forero uno pudiese inducirlas a hacer algo que no quieren. Libres como el viento para abortar, destrozar hombres, aprovecharse de la sociedad y subirse al carrusel de las trancas, son, sin embargo, inducidas maligna y sutilmente por un varón cuando se comportan como cretinas sin el menor control de sus instintos. Cada vez que una mujer robe, mate, estafe, torture o perjure ya lo saben ustedes: es que no tiene libre albedrío, está siendo inducida por alguien al que le cuelga algo debajo de la cintura.
Pienso en ella, en Diana Quer con sus marroquíes traficantes y en alguna más, me asomo al brocal del pozo de mi putrefacto interior intentando extraer trabajosamente unas gotas de agua potable con el viejo caldero oxidado de mis antiguos principios y los buenos sentimientos, y solo obtengo un limo asqueroso mezclado con cuerpos putrefactos y hojas de otoño muertas.