Es triste, sumamente triste. Sé que él tiene el afán de demostrarnos a toda una comunidad, que trasiega entre la depresión severa y la trisomía, sus dotes como juntaletras. Gesto honorable en cuanto a fondo, ya que les legamos el castellano y el hijo de mil putas quiere regalarnos su literatura. Pero la forma, no. La forma es insultante. Soporífera. Digna de aquel que en clase de lengua pasaba las horas muertas dibujando pollas aladas en los márgenes del cuaderno.