Mi amigo Asier tenía un AX también, negro. El coche más cojonudo que he visto en mi puta vida. No nos pegamos los colegas viajes en él por toda España y parte del extranjero, no hizo gamberradas al volante del AX, que las resistió absolutamente todas: trompos, atravesar la Puerta de Alcalá por debajo de los arcos, meterse con él el Parque de Eva Perón y bajar escaleras con él, meterlo por trigales (estuvo escupiendo espigas meses), meterlo por caminos en el monte semana sí semana no (recuerdo cuando un pedrolón que había en el camino dio en los bajos con tal fuerza que me levantó los pies del suelo), cada x tiempo le parecía que esos caminos eran muy fáciles y directamente iba por el monte sin caminos ni nada, vadeando arroyos y todo... una auténtica bestia ese AX, que murió de viejo, porque por más perrerías que le hacía no se quejaba ni un poquito y salía como si tal cosa. A 120 no importaba cómo de alta pusieras la música que no se oía, pero ay, amigos, era sacarlo de la carretera y convertirse en un titán todoterreno.