P
pulga
Guest
Nietzsche, como Cervantes, también era pobre: se pagaba sus libros y la distribución de los mismos, lo que le obligaba a recortar su presupuesto y a ahorrar en alimentación y en hospedajes. Iba por allí, por Italia y por el sur de Francia, de pensión en pensión, con su Zaratustra a cuestas, un señor intempestivo y medio sacado del Antiguo Testamento, con olor a profeta, es decir, a sudor y a hambre y a lecho de piedra y a pie descalzo y a uñero metafísico. ¿Fue feliz Nietzsche? ¿Valió la pena alumbrar un pensamiento tan influyente si acabó con la cabeza hecha un nido de víboras y un enjambre de docenas de moscas de mulo, de los mulos de la cristiandad y las aviesas avispas del judaísmo?
Dejó la filología patas arriba, mostrando sus límites peores y discutiendo con un montón de helenistas furiosos que sólo sabían griego y que no entendían nada de genealogías ni de que la filología tuviera otro menester que la lingüística, perdió la nacionalidad prusiana, atacó el judaísmo, ensalzó a Napoleón, tuvo a su Cheshire Katua particular (Lou Andreas Salomé, que después fue amante de Rilke), alabó a Wagner, desdijo la alabanza, y se enamoriscó de Cosima, se volvió loco y se creyó -ironía muy kafkiana- el "crucificado". Y lo mejor de todo: se jubiló de su cátedra con menos de treinta y cinco años.
Dejó la filología patas arriba, mostrando sus límites peores y discutiendo con un montón de helenistas furiosos que sólo sabían griego y que no entendían nada de genealogías ni de que la filología tuviera otro menester que la lingüística, perdió la nacionalidad prusiana, atacó el judaísmo, ensalzó a Napoleón, tuvo a su Cheshire Katua particular (Lou Andreas Salomé, que después fue amante de Rilke), alabó a Wagner, desdijo la alabanza, y se enamoriscó de Cosima, se volvió loco y se creyó -ironía muy kafkiana- el "crucificado". Y lo mejor de todo: se jubiló de su cátedra con menos de treinta y cinco años.