En esta visita no encontré una buena combinación de vuelos con Turkish, así que volé con Jet2 hasta Turquía (asientos de risa, una low cost normal, aunque las azafatas me parecieron competentes para la faena que les dio la gente con las comidas).
Desde Turquía hasta Moscú (y de vuelta este fin de semana) volamos con Pobeda. Esta es la filial low cost de Aeroflot, la compañía aérea de origen soviético y propiedad mayormente estatal.
Pues la primera sorpresa fue que a pesar de haber comprado los billetes con maletas para facturar para ambos adultos, no teníamos derecho a equipaje de cabina. Hubo que pagar unos 30€ al cambio por una maleta pequeña.
Ya en el avión, no había nada de comer ni de beber, sólo agua del grifo de la "cocina" de las azafatas. 4 horas y 40 minutos así se hicieron largas de cojones. Al llegar a Rusia, con un aterrizaje en el que experimenté por primera vez cómo dobla un avión al que le falta pista al aterrizar (me hice algo de caca), nada más estar lista la escalera para bajar, la subió un policía con su gorro de invierno y observó a los pasajeros bajar del avión para más tarde recorrer cada asiento en una inspección (esto lo vi desde el bus ese que te acerca a la terminal). Unido al hecho de que habían cosido los bolsillos de los asientos y no había ni revista ni propaganda ni siquiera instrucciones de seguridad, porque las habían puesto como pegatina en el asiento, creo que indica que son medidas de seguridad excepcionales para prevenir ataques terroristas.
Cada vez me gusta menos volar y eso que la cría aún no paga billete.