Nochebuena a casa de mis padres. Nosotros somos 4, ellos 2, igual a 6. Mi madre es una exagerada y pondrá embutido, pan, y luego caldereta de marisco, postres, pastas, etc... todo esto antes de que el rey haga su discurso de mierda que no vale ni para tomar por culo, y que mi padre escuchará con atención. Las conversaciones en la mesa las monitorizará mi madre, y serán sobre sus dolencias, males y los familiares que han muerto este año, y entre lágrimas levantará su copa de champán llena de agua (en serio mama??), y dirá: "por los presentes y los ausentes". Luego a ver un rato a Raphael cantando las mismas bobadas con los invitados bobos de siempre (Bisbal, Alaska, Alborán y algún retrasado más), y a casa. Cada año lo mismo, no cambia nada. Ni en pandemia la cosa cambia.
Ahora bien, el 25 toca el turno de la suegra, eso ya es otro cantar. Si en casa de mi madre todo es orden, limpieza y silencios, en casa de mi suegra es caos, suciedad y gritos. Mis dos cuñadas con sus respectivos, bueno una no, que se ha divorciado, un tonto menos al que aguantar. Luego mis sobrinos dando por culo, a los cuales no tengo aprecio. La abuela de 98 años, ciega, en silla de ruedas y con demencia soltará alguna gracieta, rollo "que se callen estos hijos de puta", "esta puta que tengo al lado quién es" dirigiéndose a mi suegra. La autentica salud. De esta comida acabo destrozado, como si me hubieran dado una paliza.
Y luego otro día hablo del 31 por la noche, donde mis padres iban también a casa de mi suegra y he vivido situaciones dantescas con mi suegro borracho retando a mi padre a comer chorizo picante y los dos como subnormales que son joderse el estómago. Por suerte este año, y gracias a la pandemia que tantos loles nos ha traído, no sucederá.