Lo que más pena me da de toda esta movida es el interés de unos por convertir al muerto en mártir (que si delito de odio, que si homofobia...), y el de los otros por buscar culpables extraños (panchitos, españoles no de pura cepa...). Cada bando ya se ha construido un relato y lo van a defender con uñas y dientes, aunque los hechos les lleven la contraria. Igual que la cantidad de artículos contando lo buena persona que era la víctima, como si matar a alguien que sea normalillo o un poco cabrón tenga un pase. O los tuiteros que se permiten criticar al padre porque prefiera no entrar en el circo, y lo acusan poco menos que de cómplice de la muerte de su propio hijo.
Y lo más terrorífico de todo es que parece que se trató de violencia totalmente gratuita, indiscriminada, no planificada, sin ninguna justificación ni excusa. Hay por ahí un mensajito, supuestamente de una amiguita de la pandilla, que pone los pelos de punta:
Ver el archivos adjunto 88777
Pero claro, eso desbarata los planes de sacar una moraleja de todo esto. Si al chaval lo mataron porque sí, porque a unos salvajes les pareció divertido, entonces es todo todavía más difícil de digerir. Ya me dirás con qué ley (contra la homofobia, contra el bullying, contra la inmigración...) evitas algo así. Seguro que salen moralistas diciendo que antes esto no pasaba, que si la juventud de hoy blablablá, que si la falta de valores... Mentira. Salvajadas siempre ha habido y siempre habrá. A lo peor hay que ser menos ingenuos y asumir que hay gente mala, y que cada X tiempo va a salir una salvajada como ésta o parecida, y que muy poco se puede hacer al respecto.