Libros Poetas y suicidio

Por no aportar demasiado, diré que no tenía ni zorra de quién era el fulano este, pero leyendo la noticia el otro día en El País, me reitero (alguna otra vez he tocado el tema) en que tampoco tengo ni zorra idea de cuan jodido tiene que estar un ser humano para decidir quitarse de en medio, de forma más o menos calculada, y encima habiendo convivido con tal idea, como demuestra el hecho de que el escritor ya había coqueteado con el funesto concepto tiempo atrás. Y por seguir sin centrarme en la figura que les ocupa, queridos amigos, diré que no considero el suicidio como algo romántico, poético, ni bello en ninguna forma.

Leyendo los párrafos sugeridos por Cuellopavo, no saco mucho en claro, debido a que se me antoja demasiado abstracto el mensaje, que no por lúcido y certero deja de ser superficial, y no arroja luz sobre las verdaderas motivaciones vitales, inquietudes, o más profundas cavilaciones del individuo en cuestión. Porque no nos engañemos: a mí me la suda su brillantez literaria, me parece secundaria frente al patético hecho de que un tipo joven y brillante decida asesinarse a sí mismo, acto de suprema crueldad, tristeza y rabia. Acto de supremo error de comunicación con uno mismo, por mucho que uno meara perlas escritas.

He cogido a un sujeto tipo para apuntar un par de ideas; les ruego me perdonen por la torpeza de formulación de las mismas, y tal.

Edito: ah, coño, que el hilo no va sobre el Foster este en concreto... Pues eso.
 
A mí también me ha sorprendido gratamente la repercusión de su muerte. Parece que era uno de esos autores que gustaban sin estridencias, sin necesidad de modas o de mandarinatos. Yo lo conocía por La broma infinita y por el libro de artículos cuyo nombre no recuerdo.

Con UBP estoy en parte de acuerdo. Cierto es que el suicidio sólo debería ser una opción para vidas condenadas. Esta es una definición amplia, pues creo que debería estar mejor visto el suicidio por honor. Me gustaría que el político que pierde una guerra o el financiero que quiebra un banco acabaran con su vida como forma de redimir su falta de virtud. Y cuando la poca vida que nos queda por delante es la de un vegetal, el suicidio se impone como salida decorosa.

Pero más allá que este escritor tuviera todavía un futuro brillante, su suicidio debe interpretarse como una aseveración estética más. En ese sentido, estoy seguro que su temprana muerte alimentará su mito, y ahora sí, se convertirá en uno de los autores del siglo.
 
En el País Semanal del pasado domingo 30 de noviembre, en la sección donde escribe Rosa Montero "Maneras de vivir", leí este artículo, titulado "Mil y una maneras de matarse". En él contaba las diferentes formas de suicidio que adoptaron algunos escritores y defendía que la forma de matarse decía mucho de su personalidad y forma de vivir.

La entrada preliminar del artículo:

"Hace un par de semanas participé en una charla titulada Suicidio y literatura. Es un tema viejo y recurrente, porque los escritores parecen tener una curiosa predisposición a quitarse de en medio por la vía rápida: por ahora, el último ha sido el novelista americano David Foster Wallace, que se ahorcó en septiembre. Numerosos autores, como Pierre Benoit en su libro Genio y locura, sostienen que los artistas en general y los escritores en particular son personas más tendentes a los desequilibrios psíquicos, especialmente al trastorno bipolar, antes llamado maniaco-depresivo. No sé hasta qué punto será cierto, y desde luego detesto el tópico del malditismo del artista, ese estúpido estereotipo según el cual cuanto más loco, más borracho y más desgraciado es un escritor, mejor escribe (la historia de la literatura demuestra justamente todo lo contrario). Pero en cualquier caso es un hecho que los literatos se suicidan más que la media."
 
Nunca había oído hablar de Marina Tsvetáyeva hasta que la reseñaron en este blog:

https://www.elsindicatodelmonodegollado.com/

La suya sí que fue una vida de mierda en toda regla: nació en Rusia en 1894 y para cuando cumplió los treinta años ya se había exiliado tres veces. El primero de sus exilios la llevó a Alemania y fue una mierda; el segundo, a Checoslovaquia y fue una gran mierda; y el tercero y último la condujo a Francia y fue una mierda todavía mayor. Tsvetáyeva malvivió entre depresiones y miseria hasta que, con el arrojo del que sabe que a peor no puede ir, decidió volverse a la Unión Soviética. Hogar, dulce hogar... Al poco de llegar a casa, los soviéticos fusilaron a su marido y dejaron morir de hambre a una de sus dos hijas. A los 47 años, Tsvetáyeva dijo hasta aquí hemos llegado y se ahorcó, dicen que con la cuerda que había utilizado para su maleta del exilio.

Dejo dos cosas: un artículo de Enrique Vila-Matas:

La galaxia Tsvietáieva

Y, como no podía ser de otra forma, un poema desolado de Tsvetáyeva:

Se ha ido. Ya no como:
quedó sin gusto el pan.
Se ha ido -todo es tiza
si lo llego a tocar.

...para mí, era el pan,
era la nieve;
ya la nieve no es blanca,
el pan no sabe a nada.

Más aquí: https://amediavoz.com/tsvetaieva.htm
 
Escritores que se matan

NO SÉ SI HAY ESTADÍSTICAS, PERO tengo la impresión de que los escritores se suicidan más, proporcionalmente, que los mortales de otras profesiones. Si hago un rápido censo mental, muchos nombres se me vienen a la mente, desde la antigüedad hasta ayer, mujeres y hombres: Safo, Lucrecio, Kleist, Silva, Zweig, Woolf, Salgari, Trakl, Lugones, Mishima, Pizarnik, Hemingway, Plath, Márai… Primo Levi, le dedica el sexto capítulo de Los hundidos y los salvados al suicidio de Jean Améry. Dice Levi que “su suicidio, como todos, admite una nebulosa de explicaciones”.

https://www.elespectador.com/opinio...r-abad-faciolince/columna-escritores-se-matan

"El poeta Juan Manuel Roca desaconseja que nos matemos borrachos: “Es el problema del alcohol —dice—; alguien puede suicidarse y al día siguiente no acordarse de nada” :D
 
De Florbela Espanca no he leído nada, pero el morbo que siento por estos artistas suicidas me vale para resubir el hilo.

Como suele pasar con los que luego se matan, llevó una vida bastante mierdosa. Hija ilegítima, dos abortos involuntarios, otros tantos divorcios, un hermano muerto (en un accidente de aviación) y síntomas serios de desequilibrio mental. A ver quién cojones conserva la cordura ese perfil…

Intentó suicidarse por dos veces, consiguiéndolo finalmente a los treinta y seis años exactos (el día de su cumpleaños), tras el diagnóstico de un edema pulmonar. Debajo del colchón de su cama fueron encontrados dos frascos vacíos de Veronal.

Algunos años después aparece un manuscrito con un poema suyo que manifiesta:
“Yo quiero, cuando muera, que me entierren
Junto al Océano ingenuo y manso,
Que rece a la media noche con voz triste
Las oraciones finales de mi descanso…”
 
Seguimos con John Berryman que siguió el ejemplo de su padre -él mismo encontró su cadáver a los 10 años- y se suicidó tirándose por un puente.

Canción ideal 14. La vida, amigos, es aburrida...-

La vida, amigos, es aburrida. No deberíamos decirlo.
Después de todo, el cielo brilla, el majestuoso mar anhela,
Nosotros mismos brillamos y anhelamos,
además, mi madre me decía cuando niño
(repetidamente) “cada vez que dices estar aburrido
significa que no tienes

Vida interior”. Concluyo que no tengo
vida interior, porque estoy muy aburrido.
La gente me aburre,
la literatura me aburre, especialmente la gran literatura,
Henry me aburre, con sus aprietos & líos
tan desafortunados como los de Aquiles,

que amaba a los demás y el arte valiente, lo cual me aburre.
Y las apacibles colinas, & el gin estorbando
y de alguna forma un perro
ha sido capturado desvaneciéndose
entre las montañas, el mar o el cielo, dejándome
atrás como a un payaso.

Y dejo un enlace a un listado de poetas suicidas:

https://algundiaenalgunaparte.wordpress.com/2009/08/04/el-club-de-los-poetas-suicidas/

Me hace gracia este:

"Murió desangrado en el psiquiátrico de Oña, en mayo de 1990, tras rebanarse el cuello con una lata de conservas".

:lol:
 
Buscando cosas para un poste en el hilo de Psiconautas Literarios me encontré con la última carta que escribió Hunter S.Thompson antes de pegarse un tiro en la cabeza -febrero de 2005, a los 67 años- y esparcir sus sesos encima de la máquina de escribir con una hoja en blanco:

Estimados:

Creo que estoy hablando claro. Esto no es un paso atrás y pisar mi otro pie. No, esto se trata de más. Muchos pensaran que soy un maniático drogadicto o un maldito copión al cual se le terminaron ya los minutos de fama. No, no es así. ¿Para qué servir a esta bella comunidad de inescrupulosos que no tienen nada mejor en sus vidas para fijarse en esta? Yo ya cumplí mi parte. Viví en los peores hoyos de la deformación humana durante algunos años. Cometí algunos errores (más de alguno los llamará crímenes), que fueron parte importante de mis llagas que aún no cicatrizaban. La verdad es que no me pueden pedir más. Quiero descansar. Quiero que el humo de mi cigarro deje de molestarme en los ojos para no encenderlo más. Quiero pensar que todo esto de alguna manera valió la pena. No es por nada pero mi vida es una puta mierda. Así de simple. En el submundo de mis amigas drogas fui un ganador. El de los muertos vivos realmente no lo entiendo. No entiendo la forma de cómo se hacen las cosas que para bien o para mal, siempre te terminan jodiendo. Yo tomé el camino difícil. Ese en el cual las reglas no importan porque realmente no existen. ¿Qué pueden esperar de mí? Casi la mitad de mi vida la pasé tras las rejas, vi como mis colegas vendían sus culos por un par de dólares, como los cuerpos mutilados rodeaban las calles de Camboya y las mujeres se tiraban encima por un par monedas. Eso es lo que vi y escribí. Lo único que retratar esa realidad con la sangre de mis venas, con las pocas neuronas que no tenía atrofiadas para ver si alguien reaccionaba. Pero fallé. No aguanto más. No quiero que me recuerden como un maldito copión de Hemingway por volarme los sesos o me comparen con el beodo de Bukowsky. No, yo soy Mr. Gonzo. Lo siento, los tengo que dejar. No les pido que me recuerden. Pero alguna vez enciendan un cigarrillo por mí y piensen como lo hice yo.
Sin mirar atrás....
Tengo que descansar.....
Respirar profundo....
Cerrar los ojos...

Hunter S. Thompson

Aquí un vídeo donde explica cómo le gustaría despedirse de este mundo. Y como puede verse en la última parte del vídeo, cumplió con su último deseo: volar por los aires.

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Gracias a Johnny Depp, que corrió con los gastos del espectacular funeral. Sus cenizas fueron disparadas desde un cañón que el propio Thompson diseñó –con la forma de un puño cerrado apretando un botón de peyote– mientras sonaba Mr. Tambourine Man.

Según Alex Gibney, director de Miedo y asco en las Vegas: "Estaba clavado en una silla de ruedas por una lesión de cadera, alcoholizado, deprimido tras la reelección de Bush en 2004 y afrontando el aburrimiento que suponía el vacío en la agenda deportiva tras la Superbowl"

En su última nota dejó escrito: "la temporada de fútbol ha terminado".
 
Aprovecho este hilo para hablar de un poeta que no conocía pero que el lunes pasado centraba una de las páginas de cultura de El País. Se trata de Ted Hugues.

Ted Hugues no se suicidó, pero ostenta el dudoso honor de haber compartido cama y macarrones con dos mujeres que sí lo hicieron; una tal Assia Wevill y otra más conocida por estos lares Sylvia Plath, que fue su primera esposa.

Cuando Plath se suicidó, el bueno de Hugues le escribía lo siguiente a su suegra:

No quiero que se me perdone jamás. Si existe la eternidad estoy condenado a ella.

Muchos culparon directamente a Hugues del suicidio de su primera mujer, por su carácter dominante que se traducía en una dependencia total de sus parejas. Cuando Sylvia se suicidó, Hugues ya mantenía una relación con Wevill. Ambas se suicidaron del mismo modo, aspirando gas, con la salvedad de que la segunda se llevó a su hija de siete años por delante antes de enchufar el horno.


Quizá alguien pueda pensar que tras el suicidio de ambas hay poco de poético y mucho de femineidad.
 
Para mí, el poeta suicida por excelencia es Alfonsina Storni.

AlfosinaStorni.jpg


Me regalaron de pequeña un libro de poemas suyos como premio a la excelencia académica, pero me pareció muy aburrido. Mi madre, escandalizada, me explicó que era una gran poetisa, que se suicidó metiéndose en el mar de Mar del Plata, mi ciudad natal (¿será casual?), porque tenía cáncer:

Cuando se estaba bañando en el mar, una ola fuerte y alta le pega en el pecho, siente un dolor muy fuerte y pierde el conocimiento, sus amigos la llevan hasta la playa. Cuando recobra el conocimiento descubre un bulto en el pecho que hasta el momento no se notaba pero en esa oportunidad se podía tocar con la mano.
Hacia la una de la madrugada del martes veinticinco Alfonsina abandonó su habitación y se dirigió a la playa "La Perla". (...) Hay dos versiones sobre el suicidio de Alfonsina: la más popular, de tintes románticos, dice que se internó lentamente en el mar. La versión de los investigadores y biógrafos afirma que se arrojó a las aguas desde una escollera.
Antes de suicidarse, envió esto al diario La Nación, el "Poema de despedida":

Dientes de flores, cofia de rocío, manos de hierbas, tú, nodriza fina, tenme puestas las sábanas terrosas y el edredón de musgos escardados.
Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame. Pónme una lámpara a la cabecera, una constelación, la que te guste, todas son buenas; bájala un poquito.
Déjame sola: oyes romper los brotes, te acuna un pie celeste desde arriba y un pájaro te traza unos compases para que te olvides. Gracias... Ah, un encargo, si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido..."

En fin, sólo quería aportar ese dato.
 
Algunas reflexiones más sobre este tema de 3 de mis autores favoritos:

Ernesto Sábato en su libro "El túnel" rebuznó:
¿Para qué sufrir? El suicidio seduce por su facilidad de aniquilación: en un segundo, todo este absurdo universo se derrumba como un gigantesco simulacro, como si la solidez de sus rascacielos, de sus acorazados, de sus tanques, de sus prisiones no fuera más que una fantasmagoría, sin más solidez que los rascacielos, acorazados, tanques y prisiones de una pesadilla.

La vida aparece a la luz de este razonamiento como una larga pesadilla, de la que sin embargo uno puede liberarse con la muerte, que sería, así, una especie de despertar. ¿Pero despertar a qué? Esa irresolución de arrojarse a la nada absoluta y eterna me ha detenido en todos los proyectos de suicidio. A pesar de todo, el hombre tiene tanto apego a lo que existe, que prefiere finalmente soportar su imperfección y el dolor que causa su fealdad, antes que aniquilar la fantasmagoría con un acto de propia voluntad.

Y suele resultar, también, que cuando hemos llegado hasta ese borde de la desesperación que precede al suicidio, por haber agotado el inventario de todo lo que es malo y haber llegado al punto en que el mal es insuperable, cualquier elemento bueno, por pequeño que sea, adquiere un desproporcionado valor, termina por hacerse decisivo y nos aferramos a él como nos agarraríamos desesperadamente de cualquier hierba ante el peligro de rodar en un abismo.


Bukowski rebuznó:
a Céline lo acusaron de nazi

a Pound lo acusaron de fascista

a Hamsum lo acusaron de nazi y de fascista.

a Dostoievski lo pusieron ante un pelotón

de fusilamiento

y a Lorca le pegaron un tiro

a Hemingway lo sometieron a eloctrochoques

( y ya sabes que se pegó un tiro )

y a Villon lo echaron de la ciudad ( París )

y Maiakovski

desilusionado con el régimen

y tras una trifulca con su amante,

bueno,

también se pegó un tiro.

Chatterton tomó veneno para ratas

y funcionó.

y hay quien dice que Malcolm Lowry murió

ahogado en sus propios vómitos

mientras estaba borracho.

Crane acabó hecho pedazos por las

hélices o los tiburones.


el sol de Harry Crosby era negro.

Berryman prefirió el puente.

Plath no encendió el horno.


Séneca se cortó las venas en el

baño (es mejor así:

en agua caliente).

Thomas y Behan se mataron a

borracheras y hay muchos otros.

¿ y tú quieres ser

escritor ?


es una guerra de ésas:

la creación mata,

muchos se vuelven locos,

hay quienes pierden el rumbo y

ya no pueden

seguir haciéndolo.

algunos llegan a viejos.

unos pocos ganan dinero.

los hay que se mueren de hambre ( como Vallejo ).

es una guerra de ésas:

hay bajas por todas partes.


muy bien, adelante

hazlo

pero cuando te muelan a palos

por tu flanco más débil

no me vengas con

lloriqueos.


ahora voy a fumar un pitillo

en la bañera

y luego me voy a

dormir.


Albert Camus en el "El mito de Sísifo" rebuznó:
No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio. Juzgar que la vida vale o no vale la pena de que se la viva es responder a la pregunta fundamental de la filosofía
 
La de Virginia Woolf a su marido es casi telenovelesca... No obstante creo recordar que ella era bastante infiel, incluso con mujeres.
 
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