Ir a por tabaco se ha convertido en una odisea. Por supuesto es de contrabando, sin precinto ESPAÑA, impuestos sobre una planta, já, mejor nos vamos al subforopolítica. Las calles están llenas de jovenzuelos tomando copas en las atestadas y concurridas terrazas. Beben y fuman. Fuman y beben. Alguno sale del local con una sonrisa pícara.
Después de pagar los 35€ de kilo y doscientos de tabaco francés (lo planta una francesa) me he sentado y sacado la petaca en una loseta cara a una terraza. Me he líado un señor cigarro (sin boquilla, así fuman los hombres, supongo, los hombres que olvidan los peluches, claro) esperando que pasara vinchen para pegarle una hostia. Entre tiempos he mirado las caras de las gentes. Estamos todos destrozados. No aguantamos una mierda. Se nota en la expresión de los ojos.
Se nota sobre todo en las conversaciones. Eran 4 y tres mantenían una jugosa conversación sobre la banca, más concretamente sobre el dinero y lo poderoso que es. La chica que callaba miraba el teléfono aburrida. Hemos cruzado la mirada un par de veces:
NO, NO ES UN PORRO, le digo mentalmente.
YO ESTOY HASTA EL POTORRO, me responde de igual manera.
El chico más entusiasmado -y seguramente más joven de los cuatro- buscaba todo el rato que la mirona participara en la conversación con preguntas y llamadas de atención. «AY, NO ME SEANS ANSÍ, JULIA, SABEH QUE TENGO LA RAZÓN CUANDO TE DIGO QUE BLAO BLAO», patético ¿y su manera de vestir? Ridícula.
Todas las malditas personas que estábamos ahí lo notábamos: era, efectivamente, un julai.
Luego me he reído yo solo pensando que seguramente era forero, porque ahora todos sois así. unos julais.