Puro humo

stavroguin 11

RangoClásico
Registro
14 Oct 2010
Mensajes
3.780
Reacciones
2.829
Empezaba a anticipar el momento durante la aproximación, cuando el avión, a veces sacudido por notables baches aéreos, se aproximaba a Compostela a una altura suficiente para apreciar el verde de los bosques pero no el inevitable feísmo ladrillero. Atrás quedaban dos semanas de trabajo en el exilio manchego, por delante un viernes de aquella vida nocturna que tanto echaba de menos en el páramo con viñas al que me había arrojado una certera patada bajuna de la vida. Recogía el equipaje, tomaba el taxi al hostal donde de vez en cuando me llevaba alguna guarrilla si la noche era propicia y me encaminaba al momento especial que ya llevaba rato paladeando. En una céntrica cava de puros elegía uno cualquiera: un Cohíba, un Montecristo, un Davidoff, y de ahí a esa cafetería con sillones de cuero, mostrador de caoba, camareras amables y música y decoración sin estridencias ni cutreríos. Durante un par de horas soltaba humo mientras daba tragos al cubata, dejando volar la imaginación de un tema a otro, entre la tristeza del exilio y la anticipación de la fiesta, en una especie de nirvana que ninguna otra sustancia, circunstancia o persona me ha provocado jamás.

Fumar puros no es una compulsión, como las pajas o los cigarrillos. Es, como decía el gran Zino Davidoff (hablaremos de él), un ritual, una filosofía. No se puede fumar un puro en momentos de stress, mucho menos como pasatiempo o rutina. Un amante de los buenos cigarros no es un comepalomitas de cine. Para que esa experiencia, que provoca un estado de ánimo tan particular, sea satisfactoria se necesitan varias cosas: tiempo, tranquilidad, ánimo lúdico o reflexivo, un interior confortable (jamás al aire libre), a veces una buena compañía. Y, por supuesto, un excelente cigarro. Y ahí ya podemos disfrutar de la dulce y remolona experiencia que tan bien describió un célebre escritor cubano: "Un buen habano es como la buena música, te permite echar de menos los viejos buenos tiempos que no existieron nunca".

Cuando uno renuncia voluntariamente a esa maravillosa actividad que le provoca maneras de pensar y sentimientos absolutamente singulares, amputa una parte importante de su experiencia vital y de su disfrute. Es como una ruptura de pareja que siempre va a dejar una cicatriz dolorosa. Pensar que nuca más vamos a paladear un buen habano viendo una buena película de cine clásico, en el relax postbuceo, en el momento previo a una decisión importante aclarada por el humo, en una sobremesa con amigos, puede hacerse muy cuesta arriba. Pero un hombre de verdad no se anda con vaivenes y lo decidido, decidido está. Porque el puro es todo lo que he estado contando hasta ahora. Pero también es otra cosa más: cáncer. Y hay que saber escarmentar en esas ajenas cabezas que llevaron su pasión hasta la barca de Caronte y saber apearse antes de pagar el óbolo.

Este hilo será, pues, la historia de un viejo amor que da punzadas. Se revolverán viejos papeles, se enseñaran antiguos cachivaches inevitables en esa afición, se hablará de vitolas, personajes, marcas, historia, libros y películas (si no se aburren antes). Pero antes de llegar a eso recuerden solamente una cosa: el puro no está formado solo de tabaco. El ingrediente principal es la materia de la que están hechos los sueños.
 
Última edición:
portada-revista-Fumador-Rajoy-virtud.jpg
 
Di la verdad, di que a la " casi modelo " le metiste por el coño el humo de tu puro y por eso te dejó.
 
Di la verdad, di que a la " casi modelo " le metiste por el coño el humo de tu puro y por eso te dejó.

La cuasimodelo odiaba el humo de los puros y salíamos a bronca semanal por ello. Tengo una anécdota de una funda de puro en un coño pero no era el suyo


Lo de mojarlo en coñac es el súmmum señorial o una chabacanada?

Una gañanada que arruina el sabor del cigarro. Propio de sobremesa de feria de ganado.
 
Última edición:
Empezaba a anticipar el momento durante la aproximación, cuando el avión, a veces sacudido por notables baches aéreos, se aproximaba a Compostela a una altura suficiente para apreciar el verde de los bosques pero no el inevitable feísmo ladrillero. Atrás quedaban dos semanas de trabajo en el exilio manchego, por delante un viernes de aquella vida nocturna que tanto echaba de menos en el páramo con viñas al que me había arrojado una certera patada bajuna de la vida. Recogía el equipaje, tomaba el taxi al hostal donde de vez en cuando me llevaba alguna guarrilla si la noche era propicia y me encaminaba al momento especial que ya llevaba rato paladeando. En una céntrica cava de puros elegía uno cualquiera: un Cohíba, un Montecristo, un Davidoff, y de ahí a esa cafetería con sillones de cuero, mostrador de caoba, camareras amables y música y decoración sin estridencias ni cutreríos. Durante un par de horas soltaba humo mientras daba tragos al cubata, dejando volar la imaginación de un tema a otro, entre la tristeza del exilio y la anticipación de la fiesta, en una especie de nirvana que ninguna otra sustancia, circunstancia o persona me ha provocado jamás.

Fumar puros no es una compulsión, como las pajas o los cigarrillos. Es, como decía el gran Zino Davidoff (hablaremos de él), un ritual, una filosofía. No se puede fumar un puro en momentos de stress, mucho menos como pasatiempo o rutina. Un amante de los buenos cigarros no es un comepalomitas de cine. Para que esa experiencia, que provoca un estado de ánimo tan particular, sea satisfactoria se necesitan varias cosas: tiempo, tranquilidad, ánimo lúdico o reflexivo, un interior confortable (jamás al aire libre), a veces una buena compañía. Y, por supuesto, un excelente cigarro. Y ahí ya podemos disfrutar de la dulce y remolona experiencia que tan bien describió un célebre escritor cubano: "Un buen habano es como la buena música, te permite echar de menos los viejos buenos tiempos que no existieron nunca".

Cuando uno renuncia voluntariamente a esa maravillosa actividad que le provoca maneras de pensar y sentimientos absolutamente singulares, amputa una parte importante de su experiencia vital y de su disfrute. Es como una ruptura de pareja que siempre va a dejar una cicatriz dolorosa. Pensar que nuca más vamos a paladear un buen habano viendo una buena película de cine clásico, en el relax postbuceo, en el momento previo a una decisión importante aclarada por el humo, en una sobremesa con amigos, puede hacerse muy cuesta arriba. Pero un hombre de verdad no se anda con vaivenes y lo decidido, decidido está. Porque el puro es todo lo que he estado contando hasta ahora. Pero también es otra cosa más: cáncer. Y hay que saber escarmentar en esas ajenas cabezas que llevaron su pasión hasta la barca de Caronte y saber apearse antes de pagar el óbolo.

Este hilo será, pues, la historia de un viejo amor que da punzadas. Se revolverán viejos papeles, se enseñaran antiguos cachivaches inevitables en esa afición, se hablará de vitolas, personajes, marcas, historia, libros y películas (si no se aburren antes). Pero antes de llegar a eso recuerden solamente una cosa: el puro no está formado solo de tabaco. El ingrediente principal es la materia de la que están hechos los sueños.

Hostia puta, un tipo que sobrevalora un placerillo de mierda y se caga encima enfrente de una hipotética enfermedad. Pura vida.
 
Última edición:
Es un fucker de la vida, prefirió seguir fumando a estar con una casi modelo.
Le metió el humo por tol chocho.
Le tiraba el humo a la cara.
Pero ella estaba empoderada.
Y le dejó.

Entonces, el doctor feo la emparedó.
Y por eso fue una casi modelo.

Eso pasó, me lo contó un ciego.
 
Que dejéis de trolear, hijos de puta, que dejéis de trolear o me lío a palos.
 
Pero tan cancerígeno es fumarse un par de puros al mes?
 
Fumar puros no es una compulsión, como las pajas o los cigarrillos. Es, como decía el gran Zino Davidoff (hablaremos de él), un ritual, una filosofía. No se puede fumar un puro en momentos de stress, mucho menos como pasatiempo o rutina. Un amante de los buenos cigarros no es un comepalomitas de cine.

Conozco desde hace unos años -un poco menos de tiempo que a mi señora y normal ya que son sus tios e hijos- a una caterva de paletos -aunque el adjetivo podría añadírsele al pueblo entero- que son de lo más simples en el pensar y en el actuar. Para qué estudiar, si has de trabajar igual, razonan. Si no sale el animal a la raza, obligación es matarlo, aseveran. De ese tono.
No obstante son de fácil tratar y más fácil todavía de convencer para un asado en la bodega, de pantagruélica condición una vez puestos al tajo.

El caso es que en una de esas apareció un buen samaritano con una botella de vino. No una cualquiera, sino un protos selección, tirada de grajo viejo. Algo a disfrutar en vaso ancho y jamón ibérico para engrasar convenientemente las papilas y construir una autopista para el oro rojo a través del gaznate.

Pues hete tu aquí que no. Que esta gente valora la vida como lo que es, disfrutar las cosas como a uno le gustan, no como le cuentan que le tienen que gustar. Y si no, cebollazo.

Tal es así, que el viejo ya y se hace un kalimotxo. Con el crianza y un largo de peta cola que había por ahí. Y ante las miradas de reprobación, pues cabía una aclaración bíblica de cómo se vive la vida: "-A mí me gusta así y no me calentéis la cabeza porque os pego un botellazo, hijos de puta".
Me encantan las perlas de sabiduría que puedes extraer de gente simple. Más, generalmente, que de la gente de nivel mainstream y comercial, a mi entender.

Un absoluto placer. Y se calzó el kalimotxo, por supuesto.

Pero antes de llegar a eso recuerden solamente una cosa: el puro no está formado solo de tabaco. El ingrediente principal es la materia de la que están hechos los sueños.

Mira, como Marina D'Or. Tengo ganas de ir, la verdad.
 
Última edición:
Empezaba a anticipar el momento durante la aproximación, cuando el avión, a veces sacudido por notables baches aéreos, se aproximaba a Compostela a una altura suficiente para apreciar el verde de los bosques pero no el inevitable feísmo ladrillero. Atrás quedaban dos semanas de trabajo en el exilio manchego, por delante un viernes de aquella vida nocturna que tanto echaba de menos en el páramo con viñas al que me había arrojado una certera patada bajuna de la vida. Recogía el equipaje, tomaba el taxi al hostal donde de vez en cuando me llevaba alguna guarrilla si la noche era propicia y me encaminaba al momento especial que ya llevaba rato paladeando. En una céntrica cava de puros elegía uno cualquiera: un Cohíba, un Montecristo, un Davidoff, y de ahí a esa cafetería con sillones de cuero, mostrador de caoba, camareras amables y música y decoración sin estridencias ni cutreríos. Durante un par de horas soltaba humo mientras daba tragos al cubata, dejando volar la imaginación de un tema a otro, entre la tristeza del exilio y la anticipación de la fiesta, en una especie de nirvana que ninguna otra sustancia, circunstancia o persona me ha provocado jamás.

Fumar puros no es una compulsión, como las pajas o los cigarrillos. Es, como decía el gran Zino Davidoff (hablaremos de él), un ritual, una filosofía. No se puede fumar un puro en momentos de stress, mucho menos como pasatiempo o rutina. Un amante de los buenos cigarros no es un comepalomitas de cine. Para que esa experiencia, que provoca un estado de ánimo tan particular, sea satisfactoria se necesitan varias cosas: tiempo, tranquilidad, ánimo lúdico o reflexivo, un interior confortable (jamás al aire libre), a veces una buena compañía. Y, por supuesto, un excelente cigarro. Y ahí ya podemos disfrutar de la dulce y remolona experiencia que tan bien describió un célebre escritor cubano: "Un buen habano es como la buena música, te permite echar de menos los viejos buenos tiempos que no existieron nunca".

Cuando uno renuncia voluntariamente a esa maravillosa actividad que le provoca maneras de pensar y sentimientos absolutamente singulares, amputa una parte importante de su experiencia vital y de su disfrute. Es como una ruptura de pareja que siempre va a dejar una cicatriz dolorosa. Pensar que nuca más vamos a paladear un buen habano viendo una buena película de cine clásico, en el relax postbuceo, en el momento previo a una decisión importante aclarada por el humo, en una sobremesa con amigos, puede hacerse muy cuesta arriba. Pero un hombre de verdad no se anda con vaivenes y lo decidido, decidido está. Porque el puro es todo lo que he estado contando hasta ahora. Pero también es otra cosa más: cáncer. Y hay que saber escarmentar en esas ajenas cabezas que llevaron su pasión hasta la barca de Caronte y saber apearse antes de pagar el óbolo.

Este hilo será, pues, la historia de un viejo amor que da punzadas. Se revolverán viejos papeles, se enseñaran antiguos cachivaches inevitables en esa afición, se hablará de vitolas, personajes, marcas, historia, libros y películas (si no se aburren antes). Pero antes de llegar a eso recuerden solamente una cosa: el puro no está formado solo de tabaco. El ingrediente principal es la materia de la que están hechos los sueños.

De cancer a lo mejor no, pero controla la petulancia, no vaya a ser que te de un chungo por sobredosis.
 
Cuando acabé el COU y fuí a recoger las notas un compañero de estudios me dijo de ir con su padre (empresario de muchas ínfulas). Tal como recogí las notas va y me dice: "Vamos a la costa a celebrarlo". Yo en mi inocencia me quedé todo callado, pero imaginaba una bacanal de putas y alchol... Pues nos llevó a un chiringuito donde pidió una botella del famoso PROTOS y varias raciones de pescado... Pues cuando le van a servir el protos el dice: "Para mí con fanta limón, ellos que elijan"... El camarero le dice : "Señor esto es un PROTOS" Pues el responde : "Y aquí mis cojones, sirva..." Pues dos botellas nos cargamos y alegría de haber aprovado el COU.
 
el puro no está formado solo de tabaco. El ingrediente principal es la materia de la que están hechos los sueños.

Sí, los sueños guajiros de parecer un gran señor, asociados inevitablemente al puro, cuanto mas gordo mejor.
Dicho esto, he estado hace poco en una población de Nicaragua, de cuyo nombre no me acuerdo, que es donde están las fánbricas de varios de los más reputados puros del mundo, como el Padrón de tabacos cubanica, y otras como tabacalera oliva, Tabacos Valle De Jalapa, my Father cigars, plasencia cigars etc. Y te las menciono porque vaya cliché mencionar davidoff, montecristo y cohiba, solo te ha faltado farias...

Me las prometía yo felices pensando de comprar saldos a precio de ganga en las fábricas, pero ni la puerta me abrían, y cuando abrían era para decirme que fuera a comprar a Managua o a Miami. Vamos que ni una tienda decente tienen en la población, todo para exportación.
En Managua no recuerdo por qué no compré, si ya habīa pasado por allí o algo, pero me agrada la idea de miami, a ver si me acerco en coche el mes que viene y me traigo una docena de surtidos para que se fume mi padre con sus amigos.
Escogeré dentro de los mejores los mas baratos, porque contra lo que pueda parecer, no se miden por el precio, que es bastante dispar. Ahora que, montecristo, davidoff y cohiba, ya te digo yo que no va a ser ninguno.
 
Fumar puros o en pipa. ¿Qué da más distinción?
Creo que ese modo de fumar , lo han adaptado distintos tipos de personajes.
Pipa = Intelectuales, Eruditos, Capitanes de barco, Gente culta o con oficio, Sherlock, Einstein, Stalin.
Puro = Mafiosos, Golfos, Borrachos, Maradona, Rajoy, Sara Montiel.

Al menos esa es la imagen que ofrece el cine.
 
Última edición:
Arriba Pie