No seré yo quién lleve la contraria a esa prensa especializada en la materia cuando ven en el directo de Beyoncé que lleva por título “Homecoming: the live album” una aproximación, similitud o encumbramieto con figuras de la talla de Ella Fitzgerald, James Brown o la mismísima Aretha Franklin; también, seguro que encontraré voces discordantes con tal afirmación.
Pues yo que queréis que os diga, que para gustos colores y como proclamaba Nina Simone o James Brown, lo mío es el color negro, pero negro sin adulterar, sin brillantina, sin reflejos ni purpurina.
Así que me he puesto a Lauryn Hill, ella con su (afónica) voz, su guitarra, su simplicidad, sensibilidad y soledad, se acerca bastante más a esos discos en directo que consagraron para la eternidad a Aretha Franklin o Nina Simone delante de sus respectivos pianos; directos como “Live at the Fillmore West” de Aretha, o “At Town Hall” de Nina, es buena prueba para demostrarnos la pura esencia del jazz, del soul, del gospel, de la cuál tan alejada está Beyoncé, con su espectáculo cargante, rimbombante y circense.
A James Brown y su show, me lo guardo en la recámara, para cuando escuche o lea que los directos de Jay-Z son la pura reencarnación de Mr Dynamite, o también esperar la proclamación de un olvidado D'Angelo como nuevo mesías del siglo 21, como lo fue décadas atrás el único e incomparable Isaac Hayes... y esa revolución SÍ será televisada amigo Gil Scott-Heron.