Ondee la que ondee, especialmente si se trata de algún acontecimiento deportivo, me entran ganas de cagar.
Y mientras cago, pienso cuan profundamente lamento no ocupar un puesto importante en algun banco o monopolio, un lugar donde pudiese dedicarme a robar (a los pobres, por supuesto).
Los días de partido, visitaría de incógnito los bares de los barrios populares, me tomaría una cerveza en algún bar donde se retransmitiese el partido y volvería a mi casa con la conciencia tranquila y con el ánimo preparado para redoblar mis esfuerzos y tramar nuevas subidas de tarifas, hipotecas, impuestos, etc...