Me acabo de acordar de que un día llamé a un cliente y hablando con su secretaria me dice algo así como "Oye, perdona la pregunta... ¿tú eres fulanito?" Y yo "Sí, ¿por? ¿quién eres tú?" "Soy Angelina". Hostias, era una tía que me había estado follando el año anterior. Me había reconocido, y yo a ella no. Total, que me pasa con el jefe y cierro una reunión con él en sus oficinas. Llegó el día de la reunión y allí que fui, claro. Me abre la puerta Angelina.
-Ah, ¿qué haces aquí?
-Pues que había quedado con fulano aquí.
-Pues no está, estoy sola.
-Pues igual viene de camino, no sé, yo tenía cita con él ahora aquí.
-Bueno, pasa y le esperas.
Y ahí estuvimos, los dos, en la oficina, preguntándonos cosas como "bueno qué tal" y contestando cosas como "bien y tú qué tal" "bien". La tensión se podía cortar con un cuchillo. Al final el jefe no venía y yo dije de marcharme. Menudas miradas, menudos dos besos que nos dimos al despedirnos. Nos quedamos mirándonos como si ambos quisiéramos decir algo pero no nos atreviéramos a hacerlo, mi mirada clavada en la suya y la suya en la mía, diciendo hasta luego de forma entrecortada, con la respiración acelerada. Al final no pasó nada, pero siempre me arrepentiré de no haber metido el hocico ahí mismo: yo lo deseaba y ella creo que incluso más. Nos faltó dar el paso. Nos pudo el pudor, la situación, la sorpresa.